La tabla Ouija: el engaño más duradero del capitalismo victoriano

Imagínate por un momento que descubres que algo que ha aterrorizado a generaciones enteras durante más de medio siglo fue, durante 82 años, simplemente un juego de mesa familiar tan inocente como el Monopoly. Que lo que hoy consideramos una puerta al inframundo fue en realidad el producto de unos empresarios de Baltimore que vieron una oportunidad de oro en el dolor de las familias que habían perdido a 750.000 hombres en la Guerra Civil americana. Y que todo el miedo que rodea a la tabla Ouija nació literalmente de una sola película de 1973. Esto es exactamente lo que pasó con uno de los objetos más mal entendidos de la cultura popular: la tabla Ouija.

La historia real detrás de este tablero es fascinante porque nos muestra cómo el capitalismo, la psicología humana y la cultura popular pueden converger para crear un mito que perdura durante décadas. Pero lo más interesante es que la ciencia tiene una explicación perfecta para todo lo que ocurre con estas tablas, y no tiene nada que ver con espíritus, demonios o fuerzas sobrenaturales.

El 10 de febrero de 1891, un abogado de Baltimore llamado Elijah Jefferson Bond se presentó en la oficina de patentes estadounidense con un invento muy particular. En los documentos oficiales, lo describió como «un juguete o juego por el cual dos o más personas pueden divertirse haciendo preguntas de cualquier tipo». Ni una sola mención a comunicación espiritual, demonios o peligros sobrenaturales. Era, literalmente, un juego de mesa.

Bond trabajaba con Charles Kennard, un empresario que había visitado campamentos espiritistas en Ohio donde se usaban «tablas parlantes» primitivas. Kennard era lo suficientemente astuto para darse cuenta de que millones de familias americanas estaban desesperadas por comunicarse con sus muertos tras la tragedia de la Guerra Civil. Había un mercado enorme esperando ser explotado, y él lo vio primero.

El éxito fue inmediato y explosivo. A inicios de los 1890 se vendían en torno a 2.000 tableros por semana. Para 1892 se habían expandido de una fábrica en Baltimore a siete ubicaciones en Estados Unidos y Londres. William Fuld, quien eventualmente controló la empresa, declaró en 1920 haber ganado más de un millón de dólares con la Ouija. Era, sin exagerar, uno de los productos más exitosos de la época victoriana.

Pero aquí viene lo realmente fascinante: durante sus primeros 82 años de existencia, desde 1891 hasta 1973, la tabla Ouija fue promocionada y vendida como entretenimiento familiar completamente inocuo. Los anuncios originales hablaban de «diversión familiar fascinante y misteriosa» y se comercializaba como un «juego de cortejo» victoriano porque requería que las parejas se sentaran juntas con las rodillas tocándose, algo bastante atrevido para los estándares morales de la época. Norman Rockwell incluso la pintó románticamente en 1920 para Saturday Evening Post.

Durante más de ocho décadas, las familias americanas jugaron con la Ouija sin problemas. En 1967 llegó a superar en ventas a Monopoly. Era tan popular y respetable que se usaba en fiestas de solteras para hacer predicciones románticas.

Entonces llegó 1973. William Peter Blatty escribió «El Exorcista» basándose en un caso real de 1949 donde un niño supuestamente se poseyó después de usar una tabla Ouija con su tía espiritista. La película estableció por primera vez en la cultura popular la idea de que el mal podía venir a través del tablero. Como explicó el historiador Robert Murch: «Es como en Psicosis. Nadie temía las duchas hasta esa escena».

El cambio fue inmediato y permanente. De la noche a la mañana, un juego de mesa victoriano se convirtió en símbolo del mal. Parker Brothers eliminó el dibujo de un «fantasma azul» de las cajas, el marketing cambió completamente, y la Ouija pasó de «wonderful talking board» a puerta de entrada demoniaca.

Lo irónico es que mientras la percepción cultural se transformaba dramáticamente, los mecanismos que hacen funcionar la tabla permanecieron exactamente igual. Y esos mecanismos tienen una explicación científica conocida desde 1852: el efecto ideomotor (movimientos pequeños y automáticos provocados por lo que pensamos o esperamos).

William Benjamin Carpenter describió este fenómeno hace más de 170 años. Cuando pensamos en una respuesta o esperamos cierto resultado, nuestro cuerpo puede hacer micro‑movimientos sin que nos demos cuenta. Esos movimientos salen solos, no porque “alguien” empuje la plancheta, sino porque la mente guía la mano de forma automática. Y como la sensación de agencia (sentir que lo estás haciendo tú) es baja en estos casos, tendemos a atribuirlo a algo externo.

Michael Faraday fue el primero en demostrarlo científicamente en 1853 cuando investigó el «table-turning» durante las sesiones espiritistas. Diseñó un aparato experimental ingenioso con indicadores mecánicos para registrar movimientos sutiles de los participantes y demostró empíricamente que los movimientos de las mesas resultaban de acciones musculares inconscientes. Sus resultados se publicaron en el Journal of the Franklin Institute, estableciendo precedentes científicos que siguen vigentes hoy.

La neurociencia actual confirma la idea de fondo: se ponen en marcha los circuitos del cerebro que planifican y coordinan movimientos, incluso cuando crees que no te estás moviendo. Estudios recientes en Frontiers in Psychology respaldan con experimentos controlados que el efecto ideomotor explica estos desplazamientos sutiles.

Pero aquí viene lo realmente sorprendente: los estudios científicos controlados sobre tablas Ouija no solo confirman que el efecto ideomotor explica todo su funcionamiento, sino que revelan algo fascinante sobre nuestra mente inconsciente.

La investigación más citada la hizo la Universidad de British Columbia en 2012. Probaron algo sencillo: primero la gente respondía preguntas de cultura general de forma normal; luego, con los ojos vendados, usaban la Ouija creyendo tener un compañero… que en realidad no movía nada. ¿Qué pasó? Sin Ouija acertaban más o menos lo esperado por azar (~50%); con la plancheta la tasa de acierto subió unos puntos (≈65%). La explicación no es “los espíritus”, sino que afloró conocimiento que tenían de forma vaga o no consciente, canalizado por esos micro‑movimientos.

Esto explica por qué las tablas pueden parecer tan «precisas» a veces. No porque los espíritus estén respondiendo, sino porque nuestro cerebro inconsciente está procesando información que no está disponible conscientemente y la está expresando a través de movimientos ideomotores.

Pero hay un catch importante: este efecto solo funciona cuando los usuarios poseen la información relevante, aunque sea inconscientemente. En cambio, cuando la información es completamente desconocida para quienes juegan, el rendimiento se desploma hasta el nivel del azar. Si los investigadores giran el tablero al azar o bloquean la visión para que nadie sepa hacia dónde apunta la plancheta, las respuestas dejan de tener sentido.

Un estudio reciente de 2025 por Escolà-Gascón, Dagnall y Denovan, publicado en Psychology of Consciousness: Theory, Research, and Practice, añade una dimensión psicológica importante: descubrieron que usar tablas Ouija puede ser psicológicamente peligroso, pero no por las razones que la gente piensa.

Su experimento con 84 voluntarios en Montserrat cerca de Barcelona (elegido específicamente por sus leyendas sobrenaturales) reveló que los creyentes en lo paranormal experimentaron aumentos significativos en ansiedad, estados alterados de consciencia y percepción de fenómenos anómalos después de usar la tabla. Los no creyentes no experimentaron cambios negativos en absoluto.

Esto es crucial: el peligro no viene de fuerzas sobrenaturales, sino de las propias creencias. Como señalan los investigadores, existe la posibilidad de un ciclo de retroalimentación en las mentes de los creyentes. No solo reportaron niveles más altos de ansiedad después de usar la tabla, sino que ya demostraban más ansiedad que los no creyentes desde el principio. La experiencia de usar la Ouija intensifica estas emociones, lo que a su vez hace que interpreten la experiencia como «prueba» de actividad sobrenatural, creando aún más miedo y ansiedad.

Es un círculo vicioso perfecto: el miedo genera interpretaciones sobrenaturales, que generan más miedo, que genera interpretaciones más intensas, y así sucesivamente.

La tabla Ouija también explica otros fenómenos supuestamente paranormales que funcionan exactamente igual. La radiestesia con varillas (buscar agua con una varilla), la escritura automática, las llamadas máquinas radiónicas (cajas con diales o de manera mas simple, un péndulo) que curan afecciones, o la llamada facilitación comunicativa. En todos estos casos no hay fuerzas externas: hay micro‑movimientos inconscientes del propio usuario (efecto ideomotor) que luego se interpretan como señales “de fuera”. Movimientos inconscientes interpretados como fuerzas externas, funcionamiento solo cuando el operador posee información relevante, y fallo completo bajo condiciones científicamente controladas.

¿Por qué persisten estas creencias a pesar de décadas de evidencia científica? La psicología evolutiva tiene respuestas fascinantes. Nuestros cerebros desarrollaron sistemas de detección hiper-vigilantes porque evolutivamente era menos costoso tener falsos positivos («veo un depredador donde no lo hay») que falsos negativos («no veo un depredador que sí está ahí»). Foster y Kokko documentaron en 2009 que los errores Tipo I son menos costosos evolutivamente que los errores Tipo II, favoreciendo sistemas cognitivos que prefieren «mejor prevenir amenaza inexistente que fallar en detectar amenaza real».

El sesgo de confirmación, el pensamiento intuitivo dominando sobre el analítico, el razonamiento motivado operando a nivel neurológico – todos estos mecanismos mantienen creencias irracionales incluso cuando la evidencia contradictoria es abrumadora. Dean et al. revisaron 71 estudios con más de 20.000 participantes en 2022 y confirmaron que estos sesgos cognitivos son los predictores más consistentes de creencias paranormales.

Ironicamente, las creencias también proporcionan funciones psicológicas valiosas: ilusión de control en situaciones impredecibles, reducción de ansiedad ante incertidumbre, cohesión social a través de rituales compartidos, y mejora del rendimiento via efectos placebo comportamentales. Por eso persisten incluso cuando las personas reconocen inconsistencias lógicas.

La historia de la tabla Ouija es perfecta para entender cómo se forman los mitos modernos. Un producto comercial ordinario se transforma en símbolo cultural poderoso a través de representaciones mediáticas. La realidad histórica se borra y se reemplaza con narrativas que se adaptan mejor a nuestros miedos y expectativas culturales.

Durante 82 años, la Ouija funcionó pacíficamente como entretenimiento familiar. Una sola película cambió permanentemente su reputación, creando un mito moderno desconectado completamente de su realidad histórica. Es un caso paradigmático de cómo los medios de comunicación pueden fundamentalmente alterar la percepción cultural de objetos cotidianos.

La verdad científica es simultáneamente más simple y más fascinante que los mitos sobrenaturales: la tabla Ouija es un juego de mesa victoriano que funciona como una ventana extraordinaria hacia los procesos inconscientes de la mente humana. Su valor real no reside en poderes imaginarios, sino en revelar mecanismos genuinos de cognición, memoria implícita e interacción social que la ciencia apenas comienza a comprender completamente.

¿Conocías esta información sobre la Ouija? Deja tus impresiones en los comentarios. Esta es, al final, una historia mucho más interesante que cualquier leyenda de fantasmas.

  • «Montserrat Mountain», joer qué nivel. Hasta parece que la montaña de Montserrat es más «maciza». :-D

    Lo único de valor que yo podría aportar sobre el asunto, es mi experiencia personal con éste artilugio; y es que gracias a todo lo anteriormente expuesto, bebidas espirituosas vendidas sin escrúpulos, y excursiones mal supervisadas, más de uno acabó pillando cacho en sus años mozos. De nuevo, mil gracias. :alaba:

    Y por el artículo y la extensa y detallada aportación, gracias también.

    0
    0
  • Muchas gracias por el artículo, me encantó.

    0
    0
  • Pues no tenia yo ni idea de toda esta historia… Tampoco tengo experiencias propias con el invento este y, películas aparte (que hay unas cuantas), lo que más me suena ahora mismo es quizá algún que otro reportaje de Iker Jiménez, en su célebre programa, donde desgranaba algún caso bien truculento y nefasto sobre jóvenes que fueron «demasiado lejos» jugando con eso, hasta desembocar en una u otra tragedia o perjuicio.
    No sé concretar más, porque tengo el vicio de poner siempre ese programa los domingos por la noche, a la vez que nunca le acabo prestando mucha atención. Normalmente a esas horas estoy con otras cosas, aunque tenga la tele puesta.
    Me doy cuenta de que es como no haber dicho nada, pero me acojo a esa invitación tan explícita del final del artículo a comentar lo que sea, cosa un poco inusual aquí.
    Saludos.

    0
    0


\Incluya

Puedes seguir las respuestas a esta entrada por RSS 2.0 feed.