Blackout: apagón inminente

No podía quitarme de la cabeza el enfado por haberme quedado dormido un día tan importante. Iba a llegar tarde en mi primer día de trabajo en la nueva empresa. Además, el metro estaba tardando muchísimo en llegar a su destino.

Normalmente no tomaba el metro en mis desplazamientos cotidianos, pero mi nueva empresa tenía las oficinas en el centro de la ciudad, y no me apetecía pasar 40 minutos buscando aparcamiento.

Mientras que me fustigaba preguntándome por qué no habría puesto un segundo despertador, noté que el tren perdía súbitamente potencia y empezó a pararse, al mismo tiempo que las luces se desvanecieron tras un par de amagos.

El tren se detuvo con un estridente chirrido, tras lo cual solo se oía a la gente murmurar sorprendida. La luz de la pantalla de algún móvil iluminaba tétricamente la cara de sus propietarios.

El tren estaba bastante lleno, y pese a que estábamos en enero y fuera hacía bastante frío, tras 30 minutos allí encerrados, la situación empezaba a ser bastante incómoda. No se recibía ningún mensaje por megafonía, y los murmullos iniciales se habían tornado en protestas enérgicas de los pasajeros, que no entendían que aquello pudiera estar pasando. Finalmente, el conductor se abrió paso desde el vagón anterior y nos dijo que teníamos que llegar andando a la estación siguiente. Abrió manualmente una de las puertas y nos indicó con la mano la dirección en la que teníamos que andar antes de proseguir al siguiente vagón con gesto preocupado.

Los más ancianos gimoteaban pidiendo ayuda para que alguien les ayudase a sortear el metro largo de distancia al suelo. Como suele pasar en estas circunstancias, no faltaron candidatos para ayudarles, incluso para acompañarles a la estación iluminando el camino con la linterna del móvil.

La estación estaba vacía, y al llegar al andén seguimos las indicaciones que nos llevaban a la salida.

Después de casi una hora de oscuridad, la luz del sol resultaba realmente molesta al salir a la superficie. La situación allí era caótica. Los semáforos no funcionaban y el tráfico estaba colapsado. Muchos de los conductores habían salido de sus coches y se enfrentaban dialécticamente a los otros. Los cláxones sonaban sin cesar, al tiempo que un solitario guardia urbano trataba, sin éxito, de calmar los ánimos del personal.

Parece que había habido un apagón eléctrico, y bastante importante. No había vivido nunca una situación así.

Dudé entre continuar andando al trabajo o volverme a casa. Tomé el móvil para hacer una llamada a mi jefe, pero al momento me percaté de que era inútil. No había cobertura. Ya solo quedaban unas 3 paradas para llagar al trabajo, así que proseguí andando.

No sé si fue buena idea. Un poco más adelante, fui testigo de cómo unos jóvenes arrojaban una piedra al cristal de una tienda de electrónica y se llevaba del escaparate un par de consolas de videojuegos. La alarma no sonó, y los gritos del propietario de la tienda casi ni se distinguían entre el alboroto de la gente y el ruido de los cláxones.

Al llegar a la oficina, maldije por no haberme ido a casa. La oficina estaba en la planta 14, y tuve que subir andando.

“Tengo que sacar tiempo para hacer mas ejercicio”, pensé cuando solo iba por la planta 5 y tenía los pulmones medio saliéndome por la boca.

Al llegar sin aliento a la planta 14, comprobé que mis nuevos compañeros estaban todos mirando por la ventana. No había otra cosa que hacer, realmente.

La situación cada vez era más tensa y la única policía que podía desplazarse por el centro bloqueado por los coches era la montada a caballo.

Este bien podría ser el inicio de una novela de ciencia ficción, pero según el gobierno austríaco, puede ser una realidad en los próximos 5 años. Según los expertos del ministerio de defensa de ese país, la posibilidad de que un apagón masivo y duradero que afecte a un amplio sector de Europa, es un evento que tiene una alta probabilidad de que ocurra en un futuro próximo.

En un inicio podría ser solo una situación incómoda, como lo que le estaba ocurriendo al protagonista de esta historia que he empezado a relatar. Pero tras unas horas, el incidente se podría convertir en algo más terrorífico incluso que lo que nos está tocando vivir con la pandemia de coronavirus.

Nuestra sociedad es completamente dependiente de la electricidad, y estar unos días sin este recurso puede ser catastrófico.

Cuando los generadores de emergencia de los hospitales acaben el combustible almacenado, los enfermos cuya vida dependa de un dispositivo electrónico morirán, como enfermos que precisen diálisis, o los que necesiten una intervención quirúrgica.

Los surtidores de combustible son eléctricos, y tampoco se podría respostar.

No se podría sacar dinero de los bancos, ya que los cajeros funcionan con electricidad, y aunque abriesen las oficinas, las transacciones no se podrían realizar por estar los ordenadores centrales apagados.

Los móviles no funcionarán, ni la televisión. La radio posiblemente sea la primera que podría recuperarse de este trance, ya que tiene unos requerimientos menores para poder emitir, y cualquiera podría recibir la señal si dispone de un terminal a pilas.

Los sistemas de depuración de agua dejarían de funcionar, y el agua del grifo no se podría beber. En algunos casos, el agua se almacena en depósitos en los bajos de los edificios y son bombeados con una bomba eléctrica para asegurarse de que llega con suficiente presión a los pisos altos. En este caso, los vecinos ni siquiera tendrán agua en los grifos.

Las viviendas que precisen de electricidad para cocinar o para calefacción, también perderán esas funcionalidades.

Las neveras no funcionarán, ni en casa ni en los supermercados, si es que el desabastecimiento no hace que éstos estén cerrados.

En definitiva, una situación que esperemos que no nos toque vivir nunca.

Pero ¿por qué el gobierno austriaco se ha vuelto tan alarmista?

No creo que esta llamada a los ciudadanos para que estén preparados ante esta contingencia se deba a factores como atentados terroristas, tormentas geomagnéticas o un ataque de otra potencia con una bomba de pulso electromagnético. Esta amenaza estaba ahí desde hace mucho. La razón debe de ser otra.

Quizá las últimas olas de frío que producen récords de consumo eléctrico. O quizá tenga que ver con la estrategia de sustituir con energías renovables a la energía nuclear o el carbón. Los protocolos políticos están limitando cada año las toneladas de CO2 que se pueden emitir a la atmósfera, y eso está llevando a las compañías eléctricas a adoptar fuentes de generación renovables. Pero este tipo de generación también tiene sus problemas: la calidad de la energía es peor.

Las plantas solares y de viento pueden producir energía en grandes cantidades si el tiempo les favorece, pero no generan según la demanda. Fenómenos de calidad de la energía como el flicker o variación de la intensidad, la capacidad de seguir funcionando en condiciones de falta, las caídas o subidas de la tensión, la capacidad de seguir funcionando en caso de subtensión y de sobretensión, la resonancia armónica, el desequilibrio de fase o el factor de potencia bajo, son algunas de los problemas de integrar la electricidad procedente de renovables en la red eléctrica.

Hasta ahora, estos problemas se solventaban con otras energías como la nuclear o la de ciclo combinado, pero el desabastecimiento de gas, y la política de no continuar con la energía nuclear, puede poner en peligro este equilibrio, y que apagones que en el pasado eran ocasionales, ocurran ahora con mayor frecuencia.

Por ejemplo, en febrero de este año, un incidente originado en Croacia estuvo a punto de provocar una caída de las redes en cadena en buena parte de Europa.

Es importante saber que la red eléctrica de todos los países de Europa está interconectada, por lo que un problema que surja en un país puede afectar a todo el continente. El hecho de que estén conectados es precisamente para evitar que un país pueda ser incapaz de satisfacer la demanda puntual de suministro, pero el efecto colateral es que un problema podría propagarse fuera de las fronteras del país en el que se originó. Las medidas compensatorias están muy automatizadas, y no es necesario que nadie tome una decisión para solucionarlo en el caso de que se produzca.

En este último caso de Croacia, a las 14 horas, 4 minutos y 25 segundos saltaron los sistemas de seguridad de Ernestinovo. Exactamente 43 segundos después, el sistema eléctrico europeo había quedado separado en dos partes por la acción automática de los mecanismos de seguridad, que fueron desconectando líneas a medida que detectaban la sobrecarga.

Entonces, ¿el apagón es algo de lo que realmente nos tenemos que preocupar?

He visto algún analista que afirmaba que esto del apagón es solo una distracción para mantener a la población preocupada con algo que no va a ocurrir, y que no prestemos atención a los problemas reales, como el coste de la energía o la mala gestión de los gobiernos.

La razón por la que el ministerio de defensa austriaco ha alertado a sus ciudadanos (y por extensión a toda Europa) es algo que no vamos a conocer de momento. El peligro, creo que es mínimo, al menos en España. La capacidad de generación es más del doble del consumo máximo histórico, aunque un fallo externo quizá podría desestabilizar nuestra red.

En cualquier caso, el miedo es libre, y si hace dos años nos dicen que íbamos a estar confinados meses en casa debido a una pandemia que se ha llevado por delante a más de 5 millones de personas, posiblemente no nos lo habríamos creído.

Yo en particular estaba tranquilo hasta que oí a una ministra española «descartar con rotundidad que España pudiera sufrir un apagón eléctrico». Me sonó tanto a eso de que «en España habrá a lo sumo algunos casos aislados de coronavirus», que inmediatamente salí corriendo a comprar velas.

  • La clave ante un apagón inminente es ser eternamente positivo, porque la supervivencia de la raza humana está asegurada por medio de la energía que produce, el fuego del amor…

  • Me quedo más tranquilo después de que Javier Ruiz nos aclare que es un bulo.

    https://www.uppers.es/uppersgram/moneytalks/javier-ruiz-posible-apagon-energetico-espana-europa-austria_18_3230073044.html

    Lo que no entiendo es a lo que se refiere cuando dice que Austria no es España, y que depende enormemente del gas ruso. Austria tiene menos de un 15% de energía producida por combustibles fósiles (principalmente gas),
    https://en.wikipedia.org/wiki/Energy_in_Austria

    mientras que España tiene un 23% + el porcentaje de cogeneración que funcione con gas.
    https://es.wikipedia.org/wiki/Energ%C3%ADa_el%C3%A9ctrica_en_Espa%C3%B1a#/media/Archivo:Origen_electricidad_Espa%C3%B1a.svg

  • Eléctricas Europeas vs Unión Europea.

    Para mí está claro. Las eléctricas de toda Europa están echando un pulso a la UE, Gran Bretaña incluida, a cuenta de los derechos de emisión, la transición ecológica y los beneficios. Más o menos vendría a ser: «que tú me quitas mi chiringuito, te quedas sin playa».

    Los oligopolios eléctricos, conscientes de su poder, han decidido que la «transición verde», no la van a pagar ellas, sino nosotros. Ellas tienen que seguir generando beneficios para sus inversores, y electricidad al menor coste posible, no son una empresa de servicios al uso, son un negocio que busca maximizar los beneficios y reducir costes, por eso han decidido no asumir el gasto de la transición ecológica y amenazan como pueden, subida de precios, desabastecimiento, cortes puntuales, etc.
    Recuerdo que aquí en España,cuando el actual gobierno español (PSOE-Podemos), dijo que iba a reducirle los beneficios ya «sugirieron» que podrían parar las centrales nucleares.

    Aunque con el cierre del gasoducto del Magreb, España tendrá que suplir el resto de la importación de gas mediante buques, ya que ahora mismo, el Medgaz no tiene suficiente capacidad como el del Magreb, dice Argelia que va a aumentar la capacidad del nuevo gasoducto y que el suministro a España está garantizado (igual ahora más de uno se alegra de haber atendido al líder del Frente Polisario :-D ). No lo veo tan claro con la demanda que va a haber, con Rusia cortando el grifo por el norte hasta que le aprueben el nuevo gasoducto, podría haber mucha demanda y poca oferta, subida de precios y desfase de cuentas nacionales, pero no creo que haya desabastecimiento, al menos en España.

  • @ Mescalero:

    Debes hablar de tu padre. Por lo de t0nto digo. Ya sabemos que eres el más listo y hablas de todo aunque no tengas ni idea. Eres muy gracioso a la vez que penoso. Y te queda mucho que ganar en la compresión lectora. Ánimo campeón. :aplauso:

  • Mescalero dijo:

    En 2030 no tendréis nada y seréis felices! Pues iros acostumbrando porque estos mensajes aparentemente inofensivos son para ir conformando el pensamiento de los ciudadanos.

    Europa se suicida y España es la que quiere apretar el gatillo

    ¿Desde cuando eres un magufo conspiranoico?

    No merece la pena ni contestarte. :levangelio:

  • @ Mescalero:

    ¿Has oído hablar del margen de beneficios?
    El beneficio neto de una empresa eléctrica es el mismo que el de una panadería o cultivo. Claro. Eres muy listo y sabes de todo.

    Las fábricas de aluminio, acererías y demás fábricas, aumentan el precio de venta por el coste de la luz, no por echarle ningún pulso a nadie, simplemente no tienen la fuerza necesaria, pero las eléctricas si, sin luz no haces nada.

    ¿Has oído hablar de la tormenta perfecta?
    Eres más t0nto que un arado hijo.

    Venga vete a hacer la cama o algo pesadilla.

  • El problema es básicamente debido a la interconexión de electricidades provenientes de diferentes orígenes. Al ser corriente alterna, la velocidad de oscilación ha de estar sincronizar y esto es muy difícil, más si tenemosmos en cuenta que cada vez hay más proveedores, por ejemplo con más molinos de viento. Austria está muy interconectada al tener diferentes fronteras. Si las electricidad es no están bien sincronizadas puede que o se acaben anulando o provocando oscilaciones o un pico que funda todas las estaciones intermedias. Para reparar el estropicio se tardarían semanas. Esto es lo que Austria cree que va a pasar.



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