Licantropía en Argentina en el siglo XXI

kirchner

El 27 de septiembre el periódico británico The Independent publicaba una artículo titulado “la presidenta de Argentina apadrina a un niño judío para evitar que se convierta en hombre lobo”.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner se reunió en su oficina la semana pasada con Yair Tawil y su familia, con motivo de una ceremonia inusual que se remonta más de 100 años .

Según el folclore argentino, el séptimo hijo nacido de una familia se convierte en el temido «hombre lobo».

Según la leyenda, la metamorfosis se produce el primer viernes después del 13 cumpleaños del muchacho, y a partir de entonces el niño se transforma en un demonio a media noche en cada luna llena, estando condenado a cazar y matar antes de volver a su forma humana. Se alimentan de excrementos, de bebés no bautizados, y de la carne de los recién fallecidos. Se decía que eran anormalmente fuertes y capaces de contagiar su maldición con un mordisco.

El miedo al hombre lobo estaba tan arraigado en el siglo XIX en Argentina, que algunas familias abandonaban e incluso asesinaban a sus propios bebés.

Aunque parezca surrealista, la historia es cierta. En las zonas rurales de Argentina se creía que el séptimo hijo varón de una pareja se convertiría en hombre lobo al alcanzar la adolescencia. En 1907 empezó la costumbre de apadrinar al séptimo hijo por parte e la presidencia para evitar la estigmatización de estos niños y las represalias que tomaban sus propios padres, que llegaban incluso a matarlos a pedradas en el momento de su nacimiento. En 1973, el presidente Juan Domingo Perón legalizó esta costumbre por medio del decreto número 848. En este decreto se especificaba que en el apadrinamiento, se le concedía al niño una medalla de oro, y una beca de estudios para su educación hasta los 21 años.

Lo que se originó como una medida para evitar la marginación, se convirtió en un privilegio. Y claro, aparecieron las protestas por la discriminación sexual de esta asignación, pese a que nunca nadie estigmatizó a la séptima niña por temor a que se convertirse en mujer loba. En 1974, María Estela Martínez de Perón amplió este privilegio a la séptima niña nacida de un matrimonio.

Pero esta no era la única discriminación. Los hijos tenían que ser fruto de un matrimonio cristiano y estar bautizados. No son susceptibles de recibir este beneficio los hijos de parejas no casadas, o parejas no cristianas. En 2009 se subsanó este punto, eliminando el requisito de ser cristiano.

La novedad del ultimo apadrinamiento es que el niño ( el jóven en este caso) es judío, el primero en recibir este beneficio. En 1993 sus padres escribieron a la presidencia solicitándolo, pero se les negó. Este año, el propio hijo lo solicitó de nuevo alegando la modificación al decreto de 2009, y finalmente se le ha concedido.

Editado 30/12/2014: Por comentarios que me llegan por Twitter, no sé si queda suficientemente claro que el apadrinamiento del niño (de 21 años) es cierto, pero no para evitar que se convierta en hombre lobo, sino para posiblemente llevarse el honor de ser el primer judio en obtenerlo. Por la edad de este jóven, no creo que le den ya ninguna beca de estudios. El origen de este apadrinamiento sí que proviene de una superstición sobre licantropía, al parecer proveniente de inmigrantes rusos. Pero desde hace ya mucho, esto es solo una tradición y últimamente una especie de premio a la natalidad, dotado con una subvención económica para estudios.

 

  • Dejo esto por acá. Dejo aclarado que es parte de un programa humorístico. Ese tono utiliza por lo general la prensa oral amarillista. :-D

    httpv://www.youtube.com/watch?v=oOv_-dRhuds#t=106

  • Don Menti, creo que reinterpretó mal una vieja y cara tradición argentina. Nadie cree en el lobizón, el objetivo del padrinazgo no fue más que la intencionalidad de dar cabida a los millones de inmigrantes que hicieron el famoso «crisol de razas» que es nuestra nación, y le recuerdo que la mayor cantidad de esos inmigrantes fueron españoles. En primer lugar, chequearía mis fuentes (un diario inglés…), y hoy no pasa de ser una curiosidad. ¿Cómo cree que vemos nosotros sus tomatazos, o la suelta de toros? Son particularidades propias de cada pueblo, y las respetamos.
    ¿Sabía Ud. que en Rusia se abandonaba, dejándolos morir, a los séptimos hijos, por miedo a que se convirtieran? Para el Estado Argentino del s XX, eminentemente positivista, esta fue una solución de compromiso para proteger a los inmigrantes que llegaban a nuestro país. El primer padrinazgo fue en 1907, en pleno auge migratorio. Somos una nación joven, a diferencia de Europa, y 100 años para nosotros es tradición. Gracias, muy bueno el blog.

  • diosa dijo:

    ¿Cómo cree que vemos nosotros sus tomatazos, o la suelta de toros?

    A veces me gustaría ca**r a tomatazos a ciertos vecinos, no le veo nada de malo. En cuanto a la costumbre de torturar a los torunos es otro tema. Saludos.

  • La creencia en el lobizón (o lobisomem) puede ser de origen gallego, lo que encajaría mejor que el origen ruso. Hablo de memoria, pero recuerdo haber oído hablar por primera vez de esta superstición en el libro «Gárgoris y Habidis» de Sánchez Dragó (y de eso ya hace más de 30 años).

  • @ Doc Halliday:

    Saludos.
    Nada más que añadir; hablaba de memoria y es obvio que sabes más que yo. Leí «Gárgoris y Habidis» (en efecto, es Habis) cuando era muy jovencito y me dejó boquiabierto. Para mí, que únicamente tenía una visión marxista de la historia (estamos hablando de finales de los 70), aquel libro supuso una auténtica revelación: Jung, los místicos, Américo Castro… . Con los años, he relativizado mi admiración. Ver a Sánchez Dragó en televisión, asistir a sus postureos ideológicos es algo cansino, francamente. Su libro «Carta de Jesús al Papa» es un auténtico truño. Eso sí, leí con fruición «Soseki» (supongo que por nuestra común adoración de los gatos).
    Repito: gracias!



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