El chupacabras tiene piel de color ceniza, colmillos prominentes y crestas en la espalda. Según la leyenda que se extiende desde Estados Unidos al cono sur de América, ataca a cabras y gallinas para beberse su sangre. Pero para Sharman Hoppes, veterinaria en la Universidad de Texas A&M, la mítica criatura no es más que un coyote con sarna.
Días atrás, Hoppes recibió una llamada del sheriff del condado de Hood, al norte de Texas. Habían encontrado una criatura cerca de una escuela y los vecinos llamaron a la policía, que abatió al animal. «Sospecharon que era un chupacabras», comantaba Hoppes meneando la cabeza.
Primero, Hoppes estudió su anatomía: «Miramos su cabeza, sus orejas, sus dientes y supimos que era algún tipo de cánido. Si era un coyote o un híbrido de coyote y perro o coyote y lobo es difícil de determinar, dado su estado», dice. La enfermedad en la piel era evidente. «Se ve cómo la piel está más gruesa, arrugada e hiperpigmentada, anormalmente oscura y con esta proliferación en las orejas». El raspado de piel confirmó que el animal sufría una grave sarna sarcóptica, producida por el ácaro Sarcoptes scabei. La veterinaria afirma que el animal llevaba tiempo sin comer, que la sarna lo debilitó y afectó a su capacidad para cazar. El músculo de la espalda estaba consumido, lo que creaba pequeñas crestas en el lomo. Leer Más...
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