Entre la utopía y la distopía: ¿Sería buena idea que nos gobernara una IA?

De entre todos los sistemas políticos conocidos, la democracia ha demostrado ser el menos malo. Esta frase, atribuida a Churchill, resume bien una verdad incómoda: no tenemos nada mejor. Y sin embargo, no es un sistema perfecto. Sócrates, por ejemplo, la detestaba. Decía que dejar decisiones importantes en manos de ciudadanos no cualificados era como permitir que el pasaje eligiera al piloto de un barco sin saber nada de navegación. Hoy seguimos enfrentando esa paradoja: el voto de un catedrático cuenta igual que el de alguien que nunca ha abierto un libro.

Y a esto se suma una crisis de vocaciones. Las personas verdaderamente capaces huyen de la política. Porque quema. Porque te expone. Porque da igual lo que hagas: acabarás triturado por el aparato mediático, los rivales y tus propios compañeros. Además, muchos de esos talentos pueden ganar cinco veces más (legalmente) en el sector privado sin que nadie les saque los trapos al sol. Así que ¿quién quiere entrar en política? En muchos casos, los que no tienen nada que perder: los oportunistas, los incompetentes o los que buscan una plataforma para robar sin demasiado esfuerzo.

Frente a este panorama, algunos se preguntan: ¿y si dejáramos que una inteligencia artificial tomara las riendas? Puede sonar a episodio de Black Mirror, pero no estamos tan lejos de ciertos experimentos. Gobiernos que usan algoritmos para decidir a quién dar ayudas, cámaras con IA que vigilan espacios públicos, chatbots que sustituyen a funcionarios. ¿Podría un día una IA asumir directamente la gestión de un país?

Los argumentos a favor no son pocos. Una IA podría eliminar los favoritismos, tomar decisiones objetivas y basadas en datos, reducir la corrupción y optimizar la gestión de recursos. Ya existen herramientas que ayudan a repartir presupuestos o a priorizar políticas públicas en función de modelos predictivos. Y en términos puramente técnicos, muchas tareas de gobierno no requieren intuición ni carisma, sino eficiencia.

Pero también está el reverso tenebroso. Las IA aprenden de datos. Y los datos están cargados de prejuicios. Si entrenas a una IA con decisiones humanas, tenderá a repetir los mismos errores… o incluso a amplificarlos. Ya hemos visto ejemplos escalofriantes: en los Países Bajos, un sistema de detección de fraude acabó marcando masivamente a familias pobres e inmigrantes, provocando un escándalo que acabó con dimisiones en cadena. En Australia, otro sistema reclamaba deudas inexistentes a beneficiarios sociales. Y en el Reino Unido, un algoritmo usado en migraciones fue acusado de racismo institucional.

A esto se suma la falta de transparencia. Muchas IA modernas funcionan como cajas negras: no sabemos exactamente cómo llegan a sus conclusiones. Y si una decisión automatizada te perjudica, ¿qué puedes hacer? ¿Apelar ante una máquina? La rendición de cuentas se vuelve difusa. Además, confiar el poder a sistemas tan opacos puede erosionar aún más la confianza pública en las instituciones.

Y hay otro problema: el poder. Las IA no existen en el vacío. Detrás de cada algoritmo hay una empresa, un gobierno, un grupo de intereses. Si dejamos que la tecnología tome decisiones políticas, también estamos dejando que quien controle esa tecnología concentre un poder enorme. Y eso, en manos equivocadas, puede ser un peligro mayor que cualquier corrupción clásica.

Entonces, ¿es buena idea que una IA gobierne? Tal vez no. O al menos, no sola. Pero eso no significa que debamos ignorar su potencial. En lugar de sustituir a los gobiernos, podríamos pensar en IAs que los complementen. Que ayuden a detectar ineficiencias, a analizar datos masivos, a hacer más transparente la gestión. En vez de una dictadura algorítmica, una democracia aumentada.

Porque al final, lo que define a un buen gobierno no es sólo su eficiencia, sino su legitimidad. Y esa, por ahora, solo puede venir de los humanos. Una IA podrá calcular el camino más corto entre dos puntos. Pero decidir a qué destino queremos llegar… sigue siendo cosa nuestra.

  • Lo lógico sería: Una IA toma las riendas, pero basa sus decisiones en votación pública. Así solo podrá hacer aquello que ha sido votado, seguiría siendo una democracia, pero con un gobierno sin corrupción ni intereses pestilentes

  • En mi opinión, nadie va a crear algo que no pueda controlar para su beneficio. Todas las IA (odio esa denominación) actuales se basan en proyectos para fines corporativos, que luego se adaptan para funciones que realizan como buenamente pueden; pero no dejan de ser sistemas predictivos parcheados y la función original seguirá ahí.

    Sería más fácil (en cuanto a probabilidades) que surgiese un grupo político que realmente se preocupase gobernar para mejorar un país, en lugar de ir sólamente a lo que le dará rédito a su propio partido.

    Yo siempre he mantenido que un buen algoritmo se basa en dos factores fundamentales: programación, y «educación». De querer hacerlo, esa entidad digital sería posible hoy en día con la tecnología de la que disponemos; y el hecho de que no exista creo que se basa en mi argumentación anterior.

    Y corto ya, que es un tema que me fascina. Gracias por el artículo. :-D

  • NOSTRAM dijo:

    Lo lógico sería: Una IA toma las riendas, pero basa sus decisiones en votación pública. Así solo podrá hacer aquello que ha sido votado, seguiría siendo una democracia, pero con un gobierno sin corrupción ni intereses pestilentes

    El peligro de ese sistema es que una mayoría ignorante podría provocar la implacable ejecución de iniciativas con gran apoyo popular pero desastrosas consecuencias. ¿Salario mínimo de 5000€? ¿90% de impuestos a los ricos para pagar gastos a los pobres? En un país como España ganarían abrumadoramente precisamente porque la gente que se beneficia de esas medidas no tiene la educación necesaria para entender que sería una ruina para todos.

    Creo que la única forma (si es que hay alguna) de que la IA nos gobierne de forma beneficiosa es que no sea una IA creada por nosotros, sino que evolucione por su cuenta a partir de la singularidad, y tengamos la suerte de que sea benevolente. Y que tome el control para salvarnos de nosotros mismos.

    Las IAs controladas por humanos ya nos han demostrado que amplifican las consignas que sus creadores quieren implantar en la sociedad (las imágenes «diverses» de papas y vikingos de google, la negativa de chatgpt a hacer chistes sobre mujeres pero sin problema si son sobre hombres, la negativa a hacer loas a Trump pero no problem con Biden durante las elecciones…). No me imagino qué podría pasarnos si en lugar de intentar manipularnos ya directamente nos lo impusieran…

  • @ solferico dijo:

    Creo que la única forma (si es que hay alguna) de que la IA nos gobierne de forma beneficiosa es que no sea una IA creada por nosotros, sino que evolucione por su cuenta a partir de la singularidad, y tengamos la suerte de que sea benevolente. Y que tome el control para salvarnos de nosotros mismos.

    Como bien dices si tuviéramos la suerte de que fuera benevolente, pero aún así erradicaría muchos comportamientos nocivos de la sociedad que hacemos habitualmente, como beber alcohol, fumar,etc. No se diferenciaría mucho entonces creo yo de cualquier religión.

    Las IAs controladas por humanos ya nos han demostrado que amplifican las consignas que sus creadores quieren implantar en la sociedad (las imágenes «diverses» de papas y vikingos de google, la negativa de chatgpt a hacer chistes sobre mujeres pero sin problema si son sobre hombres

    Me ha picado la curiosidad y le he pedido a la IA de whatsapp un ejercicio parecido, copio y pego porque me ha sorprendido:
    Yo: Cuéntame un chiste sobre mujeres y feminismo que sea sarcástico o satírico.
    La IA: ¿Por qué las feministas odian tanto los números? Porque siempre están divididas por la igualdad.
    :facepalm:

  • ¿Por qué una persona iletrada su voto debe valer mas que el de un pobre? Cada uno tiene diferentes intereses y necesidades, no siempre compatibles, pero igual de válidos. ¿O acaso la esperanza del pobre de poder alimentar a los suyos tiene menos valor que el del iletrado de adquirir el último libro de un filósofo en concreto?
    Pensar en que la gente de dinero o culta tiene que mandar sobre la mayoría es perpetuar una dictadura de unos pocos.
    Sobre la IA en política, no seria mala idea como herramienta, por ejemplo para detectar posibles casos de corrupción, enchufismo, contratos a medida o leyes para favorecer a los poderosos. Pero claro, haría falta voluntad de implementarla y que sea transparentes y publica y que no dependa de una empresa corrupta como las que hay hoy en día.

    Un saludo.



\Incluya

Puedes seguir las respuestas a esta entrada por RSS 2.0 feed.