El James Webb no ha encontrado vida ahí fuera (aún)

Rumores sobre el hallazgo de vida extraterrestre con telescopio Webb generan expectativa y escepticismo.

La posibilidad de vida más allá de la Tierra es una interrogante que ha fascinado a la humanidad desde tiempos remotos. En las últimas semanas, rumores sobre un supuesto descubrimiento de biofirmas extraterrestres por parte del telescopio espacial James Webb han despertado tanto entusiasmo como escepticismo en la comunidad científica.

Todo comenzó cuando el periódico británico The Spectator publicó a inicios de enero un artículo titulado «Have we just discovered aliens?» («¿Acabamos de descubrir extraterrestres?»). En él, la astronauta Maggie Aderin-Pocock predecía que en 2024 se encontraría vida alienígena, mientras que la astrofísica Becky Smethurst hablaba de un próximo artículo con «evidencia sólida de una biofirma en un exoplaneta».

Estas declaraciones fueron utilizadas por grupos seguidores del fenómeno OVNI para afirmar en redes sociales que la NASA había descubierto vida en otro planeta pero lo mantenía en secreto como parte de una estrategia de «divulgación» paulatina a la humanidad.

Sin embargo, consultados por la prensa, portavoces de la NASA negaron categóricamente que el telescopio espacial haya encontrado evidencia definitiva de vida extraterrestre hasta el momento.

La científica Knicole Colón admitió que esperan que las observaciones de James Webb puedan identificar en el futuro posibles indicios de habitabilidad en exoplanetas, los cuales deberán ser luego confirmados por otras misiones espaciales.

Uno de los candidatos que ha despertado mayor expectativa es el exoplaneta K2-18b, situado a 120 años luz y con características que podrían permitir la existencia de agua líquida. El telescopio detectó allí rastros de moléculas como el dimetilsulfuro, compuesto orgánico que en la Tierra es producido por el fitoplancton.

Si bien esto podría interpretarse como una «biofirma», los expertos coinciden en que hace falta más información y análisis para descartar otros posibles orígenes abióticos de dichas moléculas antes de confirmar la presencia de vida.

Es decir, por ahora los indicios son aún muy débiles y prematuros como para afirmar -como pretenden algunos entusiastas- que la NASA ha hecho ya tal descubrimiento trascendental y lo mantiene en secreto.

Habrá que esperar futuras observaciones y estudios para determinar si K2-18 u otros exoplanetas albergan realmente alguna forma de vida microbiana. La ciencia tomará su tiempo para pronunciarse al respecto con fundamentos sólidos. Mientras tanto, es válido mantener un saludable escepticismo frente a especulaciones sin sustento empírico contundente. Pero también ilusionarse con que próximos capítulos de esta apasionante investigación astrobiológica puedan traer grandes sorpresas.

  • En los tiempos, de a pesar de todo, los grandes debates que se dieron en esta página, uno que recuerdo fue el de la panspermia y no se si fue en esta página o en otra en que se debatió la lluvia roja de Kerala en la India. En ese tiempo leí un artículo de unos científicos Mexicanos en que calculaban a que velocidad llegarían a viajar los residuos del choque de un meteorito de un tamaño considerable, si colisionara con la tierra, conteniendo bacterias y virus esas rocas viajeras. Contando la velocidad de expulsión del choque y la atracción gravitacional de otros planetas, según estos señores mexicanos, la velocidad que podría llegar a tener alguna de las rocas sería considerable.
    La panspermia es una teoría tan buena y tan mala como otra cualquiera, pero explicaría como es que las primeras formas de vida encontradas en la tierra pudieron soportar las condiciones que había entonces…
    Creo que si el fenómeno ovni en los próximos años no ocupa la primera plana de las noticias, será el descubrimiento de vida en otros planetas…



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