Si hay dos cosas que abundan en internet estas son sexo y conspiraciones. Es casi imposible que cualquiera que haya navegado por internet más de cinco minutos no se haya encontrado con ambas, incluso sin buscarlas. Y aunque el caso del primero sea comprensible y nadie se sorprenda de ello (más allá de consideraciones morales), el caso de las conspiraciones es algo realmente sorprendente, no porque no existan conspiraciones reales, sino por la cantidad, incompatibilidad e incluso la absurdez de muchas de ellas y, a pesar de eso, la cantidad de gente que cree en ellas.Desde hace mucho tiempo, esto ha llamado la atención de psicólogos y sociólogos, y existen muchos artículos científicos sobre diferentes aspectos de este fenómeno. En esta entrada hablaré sobre dos artículos bastante interesantes que fueron publicados por Karen Douglas y Robbie Sutton, dos psicólogos de la Universidad de Kent, Reino Unido.En el primero de ellos, «Does it take one to know one? Endorsementof conspiracy theories is influenced by personal willingness to conspire», estudian cómo influye la moral personal de una persona en su disposición a aceptar una teoría conspiracionista. Su hipótesis de partida es que, esta disposición está influenciada, al menos en parte, por el fenómeno de
proyección psicológica. Según esta hipótesis, si uno estaría dispuesto a conspirar de estar en la situación de hacerlo, es más probable que crea que otros lo hacen, un poco en la línea de «cree el ladrón que todos son de su condición». Para probar esto realizaron dos experimentos con estudiantes universitarios. En el primer experimento, los participantes rellenaron un cuestionario para medir su grado de «maquiavelismo», es decir, el grado en el que tienden a ver a los demás como susceptibles de ser manipulados para sus propios intereses. A continuación contestaron a otro cuestionario en el que tenían que responder con qué probabilidad (desde 1, «nunca, bajo ninguna circunstancia», hasta 7, «probablemente sí») habrían participado en diferentes conspiraciones, de haber estado en la posición de los supuestos conspiradores. Por ejemplo, «Si estuvieras en un puesto gubernamental, ¿habrías ordenado el ataque a las Torres Gemelas?». Y finalmente se les preguntó cómo de probable consideraban que dichas conspiraciones fueran ciertas.
Los resultados son, cuanto menos, curiosos. El grado de maquiavelismo se encuentra relacionado tanto con la disposición de los sujetos a participar en una conspiración como en la creencia en conspiraciones, y la disposición a participar en conspiraciones, a su vez, tiene una correlación positiva con la creencia en ellas. Pero no sólo eso, sino que si te tiene en cuenta ambos factores al mismo tiempo, la disposición a participar en conspiraciones explica casi toda la correlación con la conspiranoia. Leer Más...