El Papa Negro
Si vienes de leer el artículo anterior sobre la profecía de San Malaquías, ya sabrás que buena parte del mito de los «últimos papas» se construye a base de interpretaciones posteriores, añadidos simbólicos y una imaginación desbordante. Pero si hay una variante especialmente elástic la y persistente de este mito, esa es la del llamado «Papa Negro», que muchos atribuyen erróneamente a Nostradamus. Y como suele ocurrir con estos temas, la realidad es mucho menos misteriosa y bastante más entretenida en su desmontaje.
Según la leyenda popular, Nostradamus habría profetizado la llegada de un papa de raza negra —o simbólicamente vinculado al color negro— que sería el último antes del fin del mundo. La secuencia suele ir así: un papa extranjero, luego uno anciano, y finalmente, el papa negro, bajo cuyo mandato todo se desmorona. Esta narrativa ha sido tan plástica que se ha reutilizado en casi cada cambio de pontífice desde hace décadas. Pero hay un pequeño problema: Nostradamus jamás escribió tal cosa.
Sus Centurias, que son un festival de ambigüedad y metáfora, no contienen ninguna referencia al color de piel de ningún papa, ni a una secuencia con sentido lineal como la que se difunde en redes. Las supuestas cuartetas donde se habla de plagas, desastres climáticos y un «rey negro» no aparecen en ningún manuscrito original. Son invenciones modernas que suenan a Nostradamus solo porque están escritas con frases cortas, arcaísmos forzados y mucha negrura atmosférica. Algunas incluso se permiten anacronismos tan descarados como mencionar el «cambio climático» en pleno siglo XVI.
Lo que sí encontramos en Nostradamus es alguna cuarteta que habla de la muerte de un papa anciano y la elección de otro de edad avanzada, romano, que será criticado. Pero no hay ni rastro del famoso trío «extranjero-anciano-negro». Lo más probable es que esta secuencia venga de una interpretación combinada (y creativa) de eventos recientes, pasados por el filtro de la imaginación esotérica y aderezados con la profecía de San Malaquías, a la que ya le dedicamos su propio análisis.
Y aquí viene la conexión importante: el mito del «Papa Negro» no nace en las Centurias, sino en la forma en que se ha mezclado —y confundido— con la última entrada de la lista de Malaquías, ese tal «Petrus Romanus» que presidiría el juicio final. Como recordábamos en el artículo anterior, hay quien ve en Francisco al cumplimiento de esa profecía, por ser el primer papa jesuita (la orden cuyo líder recibe informalmente el título de «papa negro» por el color de su hábito) y por haber cerrado el ciclo de los 111 lemas anteriores.
Ahora bien, con la muerte del papa Francisco, el mito del «Papa Negro» se encuentra en una encrucijada. Si aceptamos que Francisco era ya ese «Petrus Romanus» encubierto —como sugeríamos al interpretar los lemas de San Malaquías—, entonces la profecía ha terminado con él. Lo que venga después sería una posdata sin carga profética, al menos según esa lógica. Pero si uno quiere seguir estirando el relato, no faltarán maneras: bastará con que el próximo pontífice tenga ascendencia africana, vínculos con los jesuitas o algún apellido que suene lo bastante oscuro. El mito se adapta. Siempre lo hace.
El funcionamiento es predecible: cuando los hechos no encajan con la profecía, se recodifican. El papa no es negro de piel, pero sí de hábito. No es el último según la lista oficial, pero lo es simbólicamente. No cumple la profecía como se esperaba, pero la cumple si reinterpretamos el contexto. Así funciona esta maquinaria de creencias: no necesita pruebas, solo necesita elasticidad.
Lo cierto es que Nostradamus no profetizó la llegada de ningún papa negro, ni literal ni metafórico. Todo este imaginario es fruto de reinterpretaciones posteriores, remezclas con otras tradiciones proféticas y el gusto contemporáneo por el misterio con aires medievales. El «Papa Negro» es una figura que resiste por su utilidad narrativa, no por su base textual. Y si algo nos enseñan tanto Nostradamus como San Malaquías es que las profecías viven menos en lo escrito que en lo que queremos leer en ellas.
Así que, si llegaste hasta aquí después de leer sobre Malaquías, enhorabuena: acabas de completar el combo profético favorito del fin del mundo moderno. Spoiler: sigue sin cumplirse.