El último Papa
Hoy ha muerto el papa Francisco. Y con él, si damos crédito a una antigua y misteriosa profecía, termina no solo un pontificado, sino toda la historia del papado. Según la llamada Profecía de San Malaquías, Francisco era el último papa de la cristiandad, el pontífice final que antecedería a la destrucción de Roma, la venida del Anticristo y el Juicio Final. Un final de saga digno de Hollywood. Pero ¿qué nos espera realmente? ¿Estamos a las puertas del apocalipsis o todo esto es, sencillamente, un bulo con siglos de antigüedad que ha sobrevivido por su indudable atractivo narrativo?
La Profecía de San Malaquías, atribuida a un arzobispo irlandés del siglo XII llamado Malaquías de Armagh, consiste en una lista de 112 breves lemas en latín que supuestamente describen a cada uno de los papas desde Celestino II (elegido en 1143) hasta el último, identificado como «Pedro el Romano». Tras este papa, según el texto, vendrían grandes tribulaciones, la destrucción de Roma y el Juicio Final. La frase con la que concluye la lista es dramática: «En la última persecución de la Santa Iglesia Romana, reinará Pedro el Romano, que apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones, tras lo cual la ciudad de las siete colinas será destruida, y el Juez terrible juzgará a su pueblo. Fin». Una joya del apocalipticismo.
Lo curioso es que esta supuesta profecía no se conoció en absoluto hasta 1595, más de cuatro siglos después de la muerte de San Malaquías. Fue entonces cuando el monje benedictino Arnold de Wion la publicó en su libro «Lignum Vitae». Y a partir de ahí, comenzaron las sospechas. Ningún cronista anterior la menciona. Ni una palabra en la vasta obra de San Bernardo de Claraval, amigo íntimo de Malaquías, que sí relató visiones y milagros atribuidos al santo. En resumen, la profecía apareció de la nada, convenientemente completa, justo en un momento en que las intrigas vaticanas estaban al rojo vivo. Huele a chamusquina.
La lista de los 112 papas viene acompañada de lemas breves, como «Pastor angelicus», «Flos florum» o «De gloria olivae», que supuestamente aluden a rasgos del pontífice correspondiente: su nombre, su escudo de armas, su lugar de origen o algún hecho notable de su pontificado. Y lo cierto es que para los papas anteriores a 1590, año en que se escribió la profecía, los lemas coinciden con una precisión sospechosa. Como si el autor hubiera tenido acceso a sus biografías completas, lo cual, claro está, resulta muy fácil cuando ya están muertos. Para los papas posteriores, sin embargo, la exactitud desaparece: los lemas se vuelven vagos, forzados o completamente abiertos a la interpretación. Juan Pablo I, por ejemplo, es «De medietate lunae» (De la mitad de la luna), y se ha intentado relacionar con el hecho de que nació y murió bajo fases lunares similares. Juan Pablo II es «De labore solis» (Del trabajo del sol), y como nació durante un eclipse solar, algunos ven ahí el cumplimiento. Pero basta mirar con escepticismo para darse cuenta de que esto es exactamente lo que hacía Nostradamus: lanzar frases suficientemente ambiguas como para que alguien, en algún momento, las haga encajar.
La parte que ha despertado más ansiedad a lo largo de los años es el último lema, el número 112, que no es uno más de la lista, sino un epílogo. Habla de «Pedro el Romano», quien reinará en la última persecución de la Iglesia. Francisco ha sido identificado por algunos con este personaje, alegando que insiste en llamarse Obispo de Roma, que pertenece a la Compañía de Jesús (cuyo superior es conocido como el «papa negro») y que San Francisco de Asís, de quien tomó el nombre, era hijo de un comerciante llamado Pietro. Con estos retales, algunos se han lanzado a declarar que Francisco es el último papa, el que vería el fin de los tiempos. No falta quien asegura que en 2027, como guinda del pastel, llegará el Apocalipsis.
Pero más allá del entusiasmo apocalíptico, la investigación histórica ha desmontado por completo la autenticidad de la profecía. La Iglesia Católica nunca la ha reconocido como válida, y desde su aparición ha habido teólogos, historiadores y eruditos que la han declarado falsa. Uno de los elementos más reveladores es que la lista de papas parece haber sido escrita expresamente para favorecer la elección del cardenal Girolamo Simoncelli durante el cónclave de 1590. El lema que le habría correspondido era «Ex antiquitate urbis» (De la antigüedad de la ciudad), una clara alusión a su ciudad natal: Orvieto, llamada en latín Urbs Vetus. Es decir, la profecía fue, probablemente, una jugada propagandística más en el eterno juego de tronos eclesiástico. Lo irónico es que Simoncelli no fue elegido. Y aún así, la profecía se publicó y sobrevivió.
Como ya mencioné, los lemas anteriores a 1590 tienen una precisión casi mágica, mientras que los posteriores parecen escritos por alguien que ya no sabía qué inventar. El apologista Jimmy Akin ha señalado que los primeros 75 lemas coinciden en un 95% de los casos con los papas a los que se les han asignado, mientras que para los últimos el porcentaje cae a menos del 10%. Además, muchos lemas parecen copiados o inspirados en libros de historia eclesiástica del siglo XVI, como el «Epitome Pontificum Romanorum» de Onofrio Panvinio. En definitiva: no eran predicciones, eran biografías enmascaradas.
Por si fuera poco, el texto del «Lignum Vitae» incluye una aclaración que pocas veces se menciona: las correspondencias entre los lemas y los nombres de los papas fueron hechas por Alfonso Chacón, un erudito dominico del siglo XVI. Es decir, San Malaquías no dejó la lista con nombres ni fechas; eso lo hizo otro, con toda la creatividad del mundo. Que esto se haya olvidado en el imaginario colectivo no es casual: la idea de una profecía precisa que se cumple al pie de la letra es mucho más emocionante que la de un fraile con ganas de influir en una elección papal.
Y sin embargo, la profecía sigue viva. Cada vez que muere un papa, cada vez que se avecina un cónclave, cada vez que el mundo atraviesa una crisis, resurgen los mismos titulares: «¿Será este el último papa?», «¿Se acerca el fin de los tiempos?». Y aunque ya ha fallado en múltiples ocasiones, la historia vuelve a circular, ahora con memes, vídeos en YouTube y artículos alarmistas que citan la lista de los papas como si fuera una suerte de códice secreto. El miedo vende, y las profecías, aunque falsas, tienen la virtud de parecer ciertas si uno quiere creer.
La teología católica, por cierto, es muy clara en este punto. Incluso si la profecía fuera auténtica (que no lo es), sería considerada una revelación privada, es decir, no obligatoria para los fieles. La doctrina oficial sostiene que desde la revelación en Cristo no hay nuevas verdades de fe. Y cuando se trata de predicciones sobre el fin del mundo, el propio Evangelio nos recuerda que «nadie sabe el día ni la hora». El catolicismo serio desconfía de estos relatos y anima a vivir la fe sin caer en el alarmismo ni en la superstición. Que es exactamente lo que esta profecía ha generado durante siglos.
Entonces, ¿qué nos espera ahora? Probablemente, otro cónclave. Otro papa. Y otra ronda de interpretaciones forzadas sobre si su nombre, su escudo, su lugar de nacimiento o el color de sus calcetines encajan con el misterioso «Pedro el Romano». Y si no encajan, ya aparecerá alguna teoría alternativa. Porque el encanto de estas profecías no es que sean ciertas, sino que son lo suficientemente ambiguas como para poder seguir jugando con ellas. Y porque a todos nos gusta un buen cuento apocalíptico, aunque sepamos que es mentira.
No, el fin del mundo no ha llegado con la muerte de Francisco. No hay una conspiración vaticana para cerrar la Iglesia ni una señal inequívoca de que el Apocalipsis se aproxima. Hay, sí, una Iglesia que continuará su camino, y una profecía falsa que seguirá resucitando con cada transición papal. Porque eso hacen las buenas historias: no necesitan ser ciertas para perdurar. Solo necesitan ser irresistibles.
Carapapel
21/04/25 18:07
D.E.P. aunque fuera un Papa progresista pro inmigración pro comunista.
Pero con esta entrada, ¿estás descartando una intifada musulmana contra el Vaticano? Porque según está el tema yo no m atrevería.
lamentira
21/04/25 18:20
@ Carapapel:
Pues la verdad es que no lo creo. Todo seguirá igual y habrá una nueva fumata blanca. Y ya he visto 5 Papas. 6 con el que venga, a no ser que la espiche en los próximos 3 o 4 días.
solferico
21/04/25 19:30
Tanta paz lleve como descanso deja. Activista populista y comunista.
Un tipo dañino para la Iglesia (soy ateo así que casi se lo agradezco). Tuve la ocasión de conocerle en persona por temas de trabajo: un CEO político y calculador más.
A ver que nos viene ahora…
Carapapel
22/04/25 00:04
Leyendo la entrada me ha venido a la mente el recuerdo de una o varias predicciones de la charlatana de Baba Vanga, si no recuerdo mal en alguna de ellas pronosticaba una guerra entre cristianos y musulmonos, y en otra aseguraba que en el 2025 comenzaría la tercera guerra mundial y que esta daría paso al «fin de los tiempos».
Con la que hay liada en Europa, en Israel y la posible obtención de armas nucleares por parte de países medievales obcecados con la destrucción del que no viva y piense como ellos, hay veces que me entra un cosquilleo inquietante. Esperemos que Donald limpie y asegure bien la zona caliente.
@ solferico dijo:
Yo soy agnóstico, pero cada vez me siento más Cristiano al ver la realidad de España y Europa en general, a buen entendedor…
Carapapel
22/04/25 00:06
Fe de ratas:
Musulmonos= Musulmanes.