EE.UU. escala la guerra en el Medio Oriente a otro nivel

El ataque estadounidense sobre Fordow, Natanz e Isfahán ha terminado de detonar el tablero que ya se tambaleaba tras la ofensiva israelí. Lo que comenzó como bombardeos selectivos para contener la infraestructura nuclear iraní se ha convertido ahora en una operación quirúrgica firmada directamente por Washington, con bombarderos B-2 y misiles Tomahawk lanzados desde buques. El mensaje es meridiano: EE. UU. no va a permitir que Irán posea armamento nuclear, cueste lo que cueste.

Trump, contra toda su retórica de evitar guerras lejanas, ha dado la orden en un contexto que muchos analistas califican de ventana de oportunidad: Irán, debilitado tras días de golpes israelíes, tenía sus defensas más expuestas que nunca. Y el golpe ha sido demoledor. Fordow, la joya de la corona enterrada bajo toneladas de roca, reducida a escombros; Natanz e Isfahán, inutilizadas. El Organismo Internacional de Energía Atómica confirma que, por ahora, no hay fugas radioactivas, pero la estabilidad de la región pende de un hilo aún más fino.

Irán, fiel a su guion, promete venganza y amenaza con todas las opciones sobre la mesa: misiles sobre Tel Aviv, cierres del Estrecho de Ormuz, y la nada desdeñable posibilidad de activar a Hezbolá y demás milicias aliadas en Irak, Siria o Yemen. Ya han empezado los primeros cohetes sobre territorio israelí, aunque la Cúpula de Hierro hace su trabajo. Israel, por su parte, canta victoria parcial: por primera vez en décadas, la amenaza nuclear iraní queda desmantelada de un plumazo, aunque nadie en Jerusalén cree que Teherán se dé por vencido.

Mientras tanto, la comunidad internacional contorsiona su discurso: Rusia condena el ataque, pero no moverá un dedo militarmente; China alza la ceja preocupada por su petróleo, Europa llama a la moderación como un mantra ya sin efecto práctico, y no se descarta que algún líder europeo vuelva a hacer el ridículo poniéndose del lado del eje del terror, como ya han hecho Macron o Sánchez. El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá, Grossi y el OIEA pedirán inspecciones y mediación, pero las bombas ya han hablado más fuerte que cualquier discurso.

¿Y ahora qué? Los escenarios oscilan entre un alto el fuego negociado, sostenido por amenazas mutuas, o una escalada que podría convertir Irak, Líbano y Siria en extensiones de un nuevo campo de batalla. Que nadie espere la rendición iraní: si algo ha demostrado este régimen es su habilidad para resistir y adaptarse, aunque sea a costa de su propia población. La retirada del TNP (tratado de no proliferación nuclear) está sobre la mesa, y si eso ocurre, las inspecciones internacionales se acabarán, dejando a la inteligencia israelí y americana con un trabajo aún más difícil para vigilar futuros programas clandestinos.

Los expertos lo resumen con una frase que retumba en los pasillos diplomáticos: hoy todos ganan algo, pero nadie gana del todo. EE. UU. muestra músculo y evita (de momento) una bomba persa; Israel despeja su mayor amenaza inmediata; Irán salva la cara con sus misiles de respuesta y, tarde o temprano, reconstruirá lo perdido bajo otra montaña, más lejos y más profundo. Y todos los demás miran de reojo el precio del petróleo, sabiendo que cualquier torpeza puede convertir esta guerra limitada en la chispa de un incendio regional de décadas.

Israel sabe que una negociación solo aplazaría lo inevitable unos años: el régimen iraní volvería a reconstruir su capacidad y reanudaría sus planes. Con el reloj de Teherán apuntando a 2040 como fecha simbólica para acabar con Israel, Jerusalén entiende que su única forma de garantizar su supervivencia es eliminar de raíz a la dictadura fundamentalista iraní antes de que vuelva a levantarse. No han llegado hasta aquí para detenerse a medio camino.

De momento, Oriente Medio vuelve a recordarle al mundo que la esperanza de paz en la región son, en el mejor de los casos, chistes malos. Y que la historia, en esta región, demuestra que mientras haya uranio enterrado, siempre habrá amenazas y jamás una paz duradera.



\Incluya

Puedes seguir las respuestas a esta entrada por RSS 2.0 feed.