Apolo 12 y el reflejo que alimenta conspiraciones: la explicación real
Hay quienes sostienen que, en la imagen AS12-48-7071 tomada durante la misión Apolo 12, se esconde la prueba definitiva de que la NASA rodó el alunizaje en un plató: un supuesto foco reflejado en el visor del casco de Pete Conrad. Es una de esas afirmaciones que corren como pólvora por foros y vídeos conspirativos, acompañada de flechas rojas, círculos y música inquietante de fondo. A falta de mejores argumentos, se agarran con fuerza a un destello que, al ojo predispuesto, parece una lámpara de estudio.
Pero vayamos por partes y pongamos un poco de luz (nunca mejor dicho) sobre este asunto. La fotografía, tomada por Alan Bean —compañero de Conrad y piloto del módulo lunar Intrepid— muestra al comandante de pie sobre la superficie lunar.
En su visor dorado se refleja lo que uno esperaría ver en un espejo esférico: el propio fotógrafo, parte del paisaje gris y un brillo intenso que delata la crudeza de la luz solar sin el filtro de la atmósfera. Lo primero que se desmonta, por tanto, es la idea de que en ese reflejo haya algo fuera de lugar. Quien aparece ahí, cámara en mano, es Alan Bean. No es un técnico de rodaje ni un ayudante de cámara vestido de sport. En los archivos de la misión se detalla cada disparo de la Hasselblad y el contexto de cada imagen, sin la menor alusión a un foco misterioso colándose en la toma.
Pero entonces, ¿qué es esa forma luminosa que algunos comparan con un proyector o un foco? La respuesta es más prosaica.
El casco de las misiones Apolo tenía un visor de policarbonato. Este visor se comporta como un espejo convexo: refleja todo lo que tiene delante, con una visión parecida a un gran angular. Sobre ese visor, se incorporaban tres viseras (sistema LEVA), siendo la más externa una hecha de policarbonato recubierta por una capa muy fina de oro metálico. Esta capa era la más sensible, porque se mezcla la debilidad del oro a las ralladuras con el regolito lunar, abrasivo como la lija. Lo más normal es que al subir o bajar la visera, algo de regolito que podría haberse quedado adherido a la propia visera o al casco, lijara la capa de oro externa.
Esos microarañazos y ligaduras, bajo la brutal iluminación solar, pueden dispersar la luz y generar destellos puntuales o difusos. A veces adoptan formas que, con un poco de imaginación y buena voluntad conspiranoica, parecen los focos de un estudio de cine.
Este fenómeno no es único del Apolo 12. Hay decenas de fotos de otras misiones —y de astronautas actuales en la Estación Espacial Internacional— donde los visores muestran brillos, formas irregulares o patrones de luz que, si uno tiene tiempo libre y ganas de ver conspiraciones, podrían interpretarse como reflectores, ventanas de hangar o platillos voladores. La realidad es que todos obedecen a la misma causa: óptica elemental más superficies deterioradas. Si el reflejo fuera un foco real, su luz debería proyectar sombras adicionales en la escena o iluminar zonas que permanecen en sombra. En la foto de Conrad, todo encaja con una única fuente de luz: el Sol. Las sombras apuntan donde deben, el módulo lunar proyecta su sombra como dicta la posición solar y no hay rastro de iluminación artificial de relleno.
Para salir completamente de dudas, podemos recurrir a una imagen tomada solo 3 disparos después de la imagen que estamos analizando. Se trata de la AS12-48-7074, en la que esta anomalia reaparece. Pete Conrad se había girado 90 grados a su izquierda. El reflejo del sol puede verse en su visor, y ahí vuelve a aparecer esa anomalia. Si el reflejo siempre se ve en el mismo punto del visor, quizá, y solo quizá, esa anomalía forma parte del visor mismo.
La foto AS12-48-7071, lejos de ser una evidencia de un fraude cuidadosamente planificado por el gobierno del os EE.UU., es un testimonio genuino de dos hombres que caminaron por la Luna, en una demostración de la superioridad tecnológica de los americanos, algo que muchos, no solo del entorno soviético, llevaron (y siguen llevando) muy mal. Y si alguien insiste en ver un foco de estudio, que recuerde que el único foco que ilumina esas imágenes es una estrella de 1.400.000 kilómetros de diámetro, situada a 150 millones de kilómetros de distancia. Lo llamamos Sol.