Nuevas investigaciones sobre el gran vacío de la pirámide de Keops
En 2017, un hallazgo sacudió el mundo de la arqueología: científicos del proyecto ScanPyramids detectaron un gigantesco «vacío» en el interior de la Gran Pirámide de Guiza. No fue un descubrimiento casual ni fruto de excavaciones tradicionales, sino el resultado de una de las aplicaciones más ingeniosas de la física de partículas: la muografía, una técnica que permite observar el interior de estructuras masivas mediante el estudio de muones, esas partículas subatómicas que nos bombardean desde el cosmos a todas horas.
La investigación fue impulsada y autorizada por el Ministerio de Antigüedades de Egipto, y coordinada por expertos de la Universidad de Nagoya, el laboratorio KEK (Japón) y la CEA de Francia. Durante más de dos años instalaron detectores en y alrededor de la pirámide para recolectar los datos necesarios. El principio es sencillo de explicar, pero complejo de ejecutar: los muones atraviesan con dificultad la piedra, pero se desplazan con facilidad por el aire. Por tanto, si una región de la pirámide deja pasar más muones de lo esperado, lo más probable es que esté hueca.
El resultado fue una sorpresa monumental. A unos 55 metros por encima del suelo y directamente sobre la Gran Galería, se detectó una cavidad de más de 30 metros de longitud, con una altura y anchura comparables a las de esa misma galería. Tres sistemas de detección distintos confirmaron la existencia del espacio con un nivel de certeza superior al 99,999%. Aunque la existencia del vacío es incuestionable, su naturaleza sigue siendo un misterio: podría tratarse de una cámara funeraria sellada desde hace 4.500 años, de un espacio estructural destinado a aliviar tensiones o simplemente de un corredor de construcción abandonado. No hay consenso.
Tampoco está perfectamente definido, si esta cámara es horizontal, inclinada de manera similar a cómo lo está el gran corredor, o si es transversal al mismo.
Desde entonces, el vacío ha sido objeto de fascinación mundial, pero también de cautela. Las autoridades egipcias, conscientes del valor histórico y simbólico de la pirámide, han descartado por el momento abrir brechas que permitan acceder al espacio. En lugar de eso, han autorizado nuevas investigaciones no invasivas. En 2022 se aprobó un proyecto para escanear la pirámide con detectores de muones mucho más potentes, capaces incluso de diferenciar si dentro de un vacío hay objetos como cerámica o metal. El objetivo es obtener una imagen de alta resolución del interior sin dañar ni una piedra del monumento.
Y ahora llegamos a la parte que ha vuelto a poner este tema en boca de todos: recientemente algunos medios y youtubers han afirmado que por fin se ha autorizado una misión para entrar en el gran vacío. Se habla de robots, de endoscopios, incluso de drones miniatura inflables que entrarían por un orificio de menos de 4 centímetros. Pero lo cierto es que, hasta el momento de redactar estas líneas, no hay confirmación oficial de que dicha exploración vaya a realizarse. Ni el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, ni el equipo de ScanPyramids, han anunciado una autorización para perforar la estructura y acceder al vacío.
Lo que sí está claro es que hay interés, tecnología y propuestas sobre la mesa. La exploración directa de este espacio podría revelarnos secretos asombrosos sobre la construcción de la pirámide, o simplemente confirmar que no hay nada dentro. Sea como sea, estamos ante una de las investigaciones arqueológicas más fascinantes de nuestro tiempo. Por ahora, el gran vacío sigue siendo eso: un vacío. Pero también una enorme incógnita que, quizá, no tardemos en resolver.