Morgellons: más allá del mito
Hace casi 15 años desde que escribí sobre la enfermedad de Morgellons, y aunque el panorama médico no ha cambiado radicalmente, sí han aparecido estudios recientes que permiten afinar aún más la mirada crítica sobre este fenómeno. La comunidad científica sigue dividida entre quienes defienden una causa infecciosa y quienes sostienen que se trata de un trastorno de origen psiquiátrico, pero con un enfoque más matizado que en el pasado.
En 2023, la revista Neurological Sciences publicó una revisión narrativa que repasa la evolución histórica, los síntomas y la epidemiología de la enfermedad de Morgellons. El artículo señala que, si bien muchas personas que se identifican con este diagnóstico describen la presencia de fibras emergiendo de su piel, en la mayoría de los casos estas fibras resultan ser restos de ropa, cabellos o partículas ambientales. La revisión insiste en la importancia de abordar estos síntomas desde una perspectiva clínica amplia, integrando dermatología, neurología y psiquiatría, sin caer en la descalificación automática del paciente.
En paralelo, el Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology publicó también en 2023 una revisión clínica sobre el abordaje terapéutico de estos pacientes. El estudio reconoce que el sufrimiento es real, independientemente de la causa, y plantea que el tratamiento debe centrarse en la empatía, el seguimiento cercano y, en caso necesario, la derivación a salud mental. Los autores coinciden en que no existe evidencia que apoye una causa infecciosa activa como desencadenante primario de la enfermedad, y subrayan la necesidad de establecer una relación de confianza médico-paciente para lograr mejoras sustanciales.
A pesar de esto, algunos investigadores, especialmente en EE. UU., siguen explorando la posible asociación con Borrelia burgdorferi, la bacteria de la enfermedad de Lyme. Un análisis molecular presentado también en 2023 en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Oklahoma identificó fragmentos de ADN bacteriano en algunas muestras de piel de pacientes con Morgellons. Sin embargo, estos hallazgos han sido cuestionados por no cumplir con criterios metodológicos rigurosos y por no demostrar causalidad, sino mera coincidencia.
Algunos investigadores agrupados en la Charles E. Holman Morgellons Disease Foundation sostienen que los pacientes presentan una patología dermatológica real, caracterizada por fibras de queratina que emergen de lesiones cutáneas, y que esta condición podría estar asociada a infecciones bacterianas sistémicas como la producida por Borrelia burgdorferi. Aunque esta hipótesis no cuenta con consenso dentro de la comunidad científica, añade un matiz importante al debate: la posibilidad de que lo que hasta ahora se ha considerado como un cuadro psiquiátrico tenga una base infecciosa o inmunológica aún no comprendida del todo. A falta de pruebas concluyentes, sigue siendo fundamental mantener una mirada abierta pero crítica sobre los posibles mecanismos involucrados.
Mi impresión es que la tendencia actual en la literatura médica es abandonar la polarización entre «todo es psicológico» o «todo es infeccioso» y, en su lugar, adoptar un enfoque biopsicosocial. Esto permite entender mejor por qué ciertos síntomas cutáneos persisten incluso cuando no hay hallazgos orgánicos claros. Se reconoce también que la sobreinformación en internet y la falta de atención médica personalizada han contribuido a que muchas personas encuentren en etiquetas como «Morgellons» una explicación a malestares reales que no han sido correctamente tratados.
Por tanto, aunque los estudios recientes no aportan una solución definitiva al misterio, sí nos ofrecen una guía más humana y científica sobre cómo abordar este complejo fenómeno, lejos de los extremos y cerca del paciente.