Hugh Ross: existe evidencia de la vida después de la muerte
El Dr. Hugh Ross es un astrofísico canadiense conocido por su intento de conciliar la ciencia con la fe cristiana. Con un doctorado en astronomía por la Universidad de Toronto y una licenciatura en física por la Universidad de Columbia Británica, Ross fundó en 1986 la organización «Reasons to Believe» (Razones para Creer). Su enfoque parte del creacionismo de la Tierra antigua, aceptando la edad científica del universo pero rechazando la evolución como una explicación suficiente para la vida.
A lo largo de su carrera, Ross ha realizado numerosas afirmaciones controvertidas. Ha argumentado que la precisión de las constantes físicas del universo es una señal de diseño divino y ha interpretado eventos astronómicos como evidencia de relatos bíblicos. También ha defendido que ciertos fenómenos paranormales, incluidos los OVNIs, podrían tener una naturaleza espiritual o sobrenatural. Más recientemente, ha asegurado que existen cinco pistas científicas que apuntan a la existencia de una vida después de la muerte.
Estas afirmaciones han sido publicadas en diversos medios, y sus cinco argumentos principales son los siguientes:
- Las limitaciones del universo observable: Ross sostiene que, debido a la velocidad de la luz, solo podemos observar una porción del universo. Esto, según él, sugiere la posibilidad de realidades más allá de nuestra percepción actual.
- Fiabilidad de la Biblia: Argumenta que la Biblia ha demostrado ser precisa en varios aspectos históricos y científicos, lo que refuerza su credibilidad como fuente de información sobre un reino espiritual.
- Fenómenos OVNI: Asegura que algunos avistamientos de OVNIs, al desafiar las leyes físicas conocidas, podrían ser pruebas de una realidad no física que trasciende nuestro universo.
- Experiencias cercanas a la muerte (ECM): Se refiere a testimonios de personas que han estado clínicamente muertas y relatan experiencias extracorpóreas y encuentros con seres fallecidos, lo que considera una evidencia de la trascendencia del alma.
- Eficacia de la oración: Ross afirma que estudios han mostrado que la oración tiene efectos medibles en la recuperación de enfermedades, lo que sugiere la existencia de un reino trascendental que responde a estas plegarias.
A pesar de lo llamativo de estos argumentos, es importante analizarlos con rigor científico:
- Las limitaciones del universo observable: La incapacidad de observar ciertas partes del universo no implica la existencia de otra realidad. Se trata de una consecuencia de la física del cosmos y no una prueba de lo sobrenatural.
- Fiabilidad de la Biblia: Aunque algunos relatos bíblicos pueden coincidir con hechos históricos o fenómenos científicos, la Biblia no es un libro de ciencia y contiene afirmaciones que no pueden verificarse empíricamente.
- Fenómenos OVNI: La falta de una explicación clara para algunos avistamientos no implica automáticamente que sean evidencia de otra realidad. La ciencia sigue explorando estos casos y muchas veces encuentran explicaciones naturales.
- Experiencias cercanas a la muerte (ECM): Estas experiencias pueden explicarse mediante procesos neurológicos y químicos en el cerebro bajo condiciones extremas. No constituyen pruebas de una vida después de la muerte.
- Eficacia de la oración: Los estudios sobre la efectividad de la oración han arrojado resultados inconsistentes y, en muchos casos, han mostrado efectos atribuibles al placebo y a la psicología del paciente, más que a una intervención sobrenatural.
Parece evidente, que aunque Ross intenta dar un marco científico a sus creencias, sus argumentos se basan más en interpretaciones subjetivas que en pruebas empíricas. Su sesgo religioso influye en sus conclusiones, lo que lleva a interpretaciones que no resisten un análisis riguroso. Con un sesgo tan marcado, es fácil llegar a conclusiones erróneas que refuercen creencias preexistentes en lugar de seguir la evidencia científica. La ciencia, hasta la fecha, no ha encontrado evidencias que respalden la existencia de una vida después de la muerte.