Santorini: riesgo inminente

Santorini es uno de esos lugares que parecen sacados de un sueño. Sus casas encaladas con cúpulas azules, los acantilados que se asoman al mar y las puestas de sol sobre la caldera la han convertido en un destino icónico. Pero bajo esa belleza se esconde una historia mucho más turbulenta: la isla es en realidad el vestigio de un colosal volcán que, en el pasado, protagonizó una de las erupciones más devastadoras de la historia.

Hace unos 3.600 años, la erupción minoica transformó por completo la geografía de Santorini. Se cree que el volcán explotó con tal violencia que el centro de la isla colapsó, sumergiéndose en el mar y formando la caldera que conocemos hoy. Las cenizas cubrieron vastas áreas del Mediterráneo y, posiblemente, contribuyeron al colapso de la civilización minoica en Creta. Algunos incluso han asociado este evento con el mito de la Atlántida, aunque las evidencias científicas aún dejan muchas incógnitas abiertas.

A pesar de la aparente calma actual, Santorini sigue siendo un volcán activo. Su última erupción significativa ocurrió en 1950, y desde entonces, los científicos han mantenido una estrecha vigilancia sobre la actividad sísmica y geotérmica de la zona. En 2011 y 2012, se detectó una inusual inflación del suelo en Nea Kameni, el islote situado en el centro de la caldera, lo que indicaba el ascenso de magma. Aunque no llegó a una erupción, demostró que el volcán sigue vivo y que en el futuro podría despertar nuevamente. En los últimos días, alrededor de 11.000 habitantes han decidido abandonar la isla por precaución debido a la actividad sísmica registrada, lo que ha generado incertidumbre entre los residentes y turistas. Muchos se han trasladado temporalmente a Atenas o a otras islas del Egeo, temiendo una posible erupción o un tsunami. Aunque no se ha emitido una orden oficial de evacuación, la constante actividad sísmica ha llevado a muchos a tomar la decisión de irse por cuenta propia mientras las autoridades monitorean la situación de cerca.

El riesgo de una nueva erupción no es una cuestión de «si» ocurrirá, sino de «cuándo». Y con ello, surge otra preocupación: el peligro de un tsunami. La erupción minoica generó un colapso masivo de la caldera, lo que habría desplazado enormes volúmenes de agua, causando olas que pudieron alcanzar las costas de Creta y otras islas del Egeo. Un fenómeno similar en la actualidad pondría en peligro no solo Santorini, sino también zonas costeras de Grecia, Turquía y el sur de Italia.

En caso de una erupción, las primeras áreas afectadas serían Nea Kameni y Palea Kameni, que forman el núcleo más reciente del volcán. La caída de ceniza podría llegar a Fira y Oia, mientras que las zonas bajas, como Akrotiri y las playas de Kamari y Perissa, estarían más expuestas a flujos piroclásticos o tsunamis. El puerto de Athinios, el principal punto de conexión de la isla con el exterior, también correría un gran riesgo.

Afortunadamente, los avances en vulcanología permiten monitorear la actividad del volcán en tiempo real, y es poco probable que una erupción ocurra sin señales previas. Sin embargo, Santorini sigue siendo un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y de cómo, bajo los paisajes más idílicos, pueden ocultarse fuerzas capaces de cambiar la historia de la humanidad.



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