Realistas climáticos: entre el escepticismo y la controversia en el debate sobre el cambio climático
La Asociación de Realistas Climáticos (ARC) es una organización que ha emergido como una voz crítica frente a lo que considera un alarmismo desproporcionado en el discurso predominante sobre el cambio climático. Esta entidad reúne a científicos, académicos y divulgadores que cuestionan el consenso mayoritario de la comunidad científica, proponiendo un análisis alternativo de los efectos del cambio climático y sus posibles consecuencias. Su principal figura es Javier Vinós, bioquímico y doctor en Biología Molecular, quien, aunque proviene de un ámbito ajeno a las ciencias climáticas, se ha convertido en un defensor de posturas que minimizan los riesgos asociados al calentamiento global.
Vinós sostiene que el cambio climático no representa una crisis existencial para la humanidad y que, en muchos aspectos, puede ser beneficioso. Afirma que el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera ha llevado a un reverdecimiento global, favoreciendo el crecimiento de plantas en regiones áridas y reduciendo el número de muertes causadas por frío extremo, un factor que considera más relevante que las muertes asociadas al calor. Estas afirmaciones se apoyan en estudios científicos, pero también han sido objeto de críticas por seleccionar datos que refuerzan su narrativa.
En el panorama actual, el debate climático se ha polarizado entre dos grandes posturas. Por un lado, están los denominados alarmistas, que alertan sobre consecuencias catastróficas del cambio climático y abogan por medidas drásticas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero. En el extremo opuesto se encuentran los negacionistas, quienes rechazan la existencia del cambio climático o su vínculo con la actividad humana. A estas dos, ahora se le une una tercera: los realistas climáticos, como los integrantes de la ARC, que intentan posicionarse en un término medio, reconociendo que el cambio climático existe pero enfatizando sus posibles beneficios y defendiendo la adaptación como estrategia principal.
En este contexto, la ciudadanía se encuentra atrapada en un mar de información contradictoria. La mayoría de las personas carece de los conocimientos técnicos necesarios para evaluar críticamente los argumentos científicos, lo que las lleva a confiar en fuentes que consideran confiables, muchas veces guiadas por afinidades políticas o ideológicas. Así, las posturas sobre el cambio climático terminan influidas más por las orientaciones de los partidos con los que simpatizan que por un análisis objetivo de los datos. Esto contribuye a la confusión generalizada y a la falta de consenso en la acción climática, especialmente en un tema que exige respuestas globales y coordinadas.
La confusión en torno al cambio climático no solo se alimenta de la falta de conocimientos técnicos de la población o de la politización del debate, sino también de episodios controvertidos y fallos en las predicciones, que han mermado la confianza en las instituciones científicas y sus pronósticos. Uno de los casos más conocidos es el escándalo del «Climategate» en 2009, cuando se filtraron correos electrónicos de científicos asociados al Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Estos correos fueron interpretados por algunos como evidencia de que los datos habían sido manipulados para reforzar la narrativa del calentamiento global. Aunque investigaciones posteriores concluyeron que no hubo mala praxis científica, el daño estaba hecho: el episodio fue aprovechado por sectores escépticos para sembrar dudas sobre la legitimidad del IPCC y sus conclusiones.
A esto se suman predicciones fallidas que han circulado durante años, en ocasiones respaldadas por voces destacadas, sobre fenómenos como el deshielo completo del Ártico. En 2007, el científico James Hansen, conocido por su activismo climático, sugirió que el Ártico podría quedarse sin hielo en verano tan pronto como 2013, si continuaba el ritmo actual de emisiones. Años después, en 2013, el oceanógrafo Peter Wadhams pronosticó que el hielo del Ártico desaparecería por completo en verano para 2016. Estas predicciones no se cumplieron, y aunque el deshielo del Ártico es un fenómeno real y preocupante, la falta de precisión en estas fechas se ha utilizado para desacreditar tanto a los autores como al discurso climático en general.
Estas proyecciones erróneas han sido recogidas por grupos críticos, como los realistas climáticos, para cuestionar la fiabilidad de los modelos climáticos. En contraste, muchos científicos explican que las predicciones a largo plazo son inherentemente complejas debido a la cantidad de variables involucradas, y que los errores no invalidan la tendencia general al calentamiento y el retroceso del hielo ártico.
Lejos de producirse un deshielo completo del Ártico en los meses de septiembre (mes de mínima extensión helada), la cantidad de hielo se ha estabilizado desde 2012 (año de extensión mínima).
Fuente:https://nsidc.org/data/seaice_index/compare-animate
La extensión de hielo en millones de km2 puede apreciarse en esta gráfica, junto con su línea de tendencia. Se puede apreciar que la cantidad de hielo actualmente está estable, pese al incremento significativo de CO2 en la atmósfera, lo que lleva a dudar de una dependencia directa entre ambas variables.
Las afirmaciones de Javier Vinós, como líder destacado de la Asociación de Realistas Climáticos, han sido objeto de críticas por parte de otros científicos y expertos en cambio climático. Uno de los principales argumentos en su contra es que tiende a enfatizar los beneficios del aumento de dióxido de carbono, como el reverdecimiento global, minimizando los riesgos asociados. Aunque es cierto que el CO₂ puede favorecer el crecimiento de la vegetación en algunas regiones, los críticos señalan que esto no compensa los impactos negativos a largo plazo, como la acidificación de los océanos, el deshielo polar y los eventos climáticos extremos. Además, sostienen que su énfasis en los datos que favorecen su narrativa, como la reducción de muertes por frío, no considera adecuadamente los problemas estructurales que el cambio climático está generando en ecosistemas y sociedades vulnerables.
Otra crítica importante se centra en sus interpretaciones de los fenómenos climáticos extremos. Mientras que Vinós argumenta que la actividad de huracanes y otros eventos similares no ha aumentado en intensidad o frecuencia, algunos estudios muestran una tendencia hacia un incremento en la intensidad de los fenómenos debido al calentamiento de los océanos. Estas discrepancias reflejan el desafío de abordar un fenómeno tan complejo como el cambio climático sin caer en generalizaciones o simplificaciones excesivas.
Es relevante destacar que la ciencia, a diferencia de las opiniones individuales, es un sistema que se autorregula. Esto significa que las teorías, hipótesis y modelos están en constante revisión y dependen de la acumulación de evidencia. Los errores y desacuerdos no son necesariamente un signo de debilidad, sino una parte natural del proceso científico. Incluso en el caso de predicciones fallidas o polémicas como el «Climategate», la ciencia ha continuado avanzando, refinando modelos y ajustando hipótesis para adaptarse a nuevos datos.
El debate sobre el cambio climático, y en particular las posturas de figuras como Javier Vinós, refleja tanto la riqueza como la dificultad de comunicar la ciencia en un entorno altamente polarizado. Aunque las opiniones disidentes pueden contribuir al debate, es fundamental distinguir entre argumentos que enriquecen el conocimiento y los que, intencionadamente o no, generan confusión. En última instancia, la ciencia no busca unanimidad, sino una aproximación cada vez más precisa a la verdad, un objetivo que solo puede lograrse mediante el escrutinio continuo y el compromiso con la evidencia.
lamentira
7/12/24 20:02
@ Putin:
He patinado en muchos, no solo en este.
JG
10/12/24 23:27
Buena parte de la culpa de la falta de consenso es de la clase política, que instrumentaliza el tema, deformándolo completamente en beneficio propio, polariza a la población e impide un debate científico serio.
solferico
11/12/24 11:31
Se te cae el sesgo por todas partes, don menti.
1. Nadie niega que el clima cambie (alguno habrá). Lo que se cuestionan algunos es el grado de responsabilidad humana en él.
2. La ciencia se auto-regula, si. Si la investigación es libre y sin censura. La investigación climática depende casi en su totalidad de los fondos de gobiernos que quieren empujar una determinada agenda, por lo que si quieres comer, ya sabes lo que tienes que publicar.
3. El climate gate no fue un «supuesto», estaba más que demostrado que estaban confabulándose para que los datos salieran como querían aunque fuera a martillazos.
4. Llevamos décadas recibiendo mensajes catastrofistas, tan científicamente precisos como ir de una nueva edad de hielo, al calentamiento global, y el más reciente «climate change» porque como no tienen ni puta idea de hacia donde va, simplemente dicen «cambio» y así sea lo que sea aciertan.
https://nypost.com/2021/11/12/50-years-of-predictions-that-the-climate-apocalypse-is-nigh/
5. Las políticas erráticas que se intentan implementar nadie sabe qué efecto tendrán, ni cuanto costarán, pero nos quieren obligar a implementarlas a base de miedo (para evitar tener que explicarlas racionalmente).
lamentira
11/12/24 14:08
@ solferico:
Yo solo sé que no sé nada.