De escobas y calderos: cómo las brujas heredaron sus peores clichés

Cada Halloween volvemos a verlas: mujeres de nariz aguileña, sombrero puntiagudo, escoba en mano y caldero burbujeante. Es un estereotipo tan arraigado que ni nos cuestionamos de dónde salió. Pero resulta que esta imagen de bruja tiene menos de magia y más de misoginia histórica de la que nos imaginamos. Porque detrás de cada uno de esos elementos hay una historia bastante reveladora sobre cómo la Europa medieval y renacentista decidió convertir herramientas domésticas ordinarias en símbolos de brujería.
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