No sé Rick, parece falso

Nuevo «error» de una de las cadenas afines al gobierno de España. La Sexta afirma que España ya está en el top ten de países con mejor ritmo de vacunación de Europa.

El pasado 1 de abril el programa «Al Rojo vivo» de la cadena «La Sexta» mostraba una tabla en la que podía comprobarse que España y ha conseguido llegar al noveno puesto en ritmo de vacunación. Si es que lo estamos haciendo genial. ¿O acaso no lo habías percibido aún?

El tuit ya lo han eliminado debido a la controversia que ha suscitado, aunque todavía podéis verlo en el histórico web (en este enlace).

El espectador medio, y más aun el espectador al que va dirigido este programa, no es capaz de procesar en el momento, que la información que le están proporcionando está tergiversada, y se queda solo con el mensaje positivo de que España está en la posición 9 de vacunación.

Pero si leemos la tabla, notaremos que nos están dando gato por liebre. Los países con el mismo porcentaje de vacunación están agrupados en la misma línea. Por ello, si ponemos correctamente la tabla, España está en el número 14, no en el 9.

Ni que decir tiene que ante esta pillada, el tuit se han llenado con memes y chascarrillos, dándole a Ferreras nuevas ideas para siguientes programas:

 

 

  • lamentira dijo:

    Hasta la llegada de POTEMOS a la escena política, en España el único odio que había era el del separatismo catalán al resto de españoles. Los inventores del odio son ellos.

    Las mayúsculas las he puesto yo solo para ilustrar que el resto del comentario es falso…hay cosas parece que vienen de fábrica, si bien todos nacemos inocentes…: como desmentir tamaña tontería es de t0ntos, y no por cierta, no lo haré, solo le recomiendo que le eche la culpa a sus padres de ese odio que hay por ahí, de su educación: es cosa de cada uno, ¿sabe?

    Es algo personal e intransferible, todo suyo, como cada cual con el suyo propio.

    Esta muy espeso en estos temas, vuelvo a recomendarle que los deje…(pero ya sabe, solo es una recomendación y no una incitación a que me largue un discurso sobre su libertad de expresión, y que en su casa si quiere se caga en la alfombra del salón. Cosa suya, solo es una recomendación.

  • Me sacaron una foto el otro día:

  • Bueno, esa se desveló con la primera luz del alba…a ver si esta salió bien:

    Ayy, no me canso de verme…

  • El hermano Lorenzus estaba a cargo de las gallinas en la abadía escepticiense; las alimentaba, les cogía los huevos, y las desplumaba. Era todo un virtuoso en estos menesteres además de dedicarse al trasiego de los huevos y las plumas.

    Una mañana llegaba tranquilamente a su lugar de trabajo entre el canto de los pájaros, en un día resplandeciente que inundaba e invitaba al alma al optimismo y la alegría, a la vida. Misma sensación tenían el resto de monjes, hasta que desde el corral del gallinero se escuchó un grito, quizás un graznido, tan alto como estremecedor…o quien sabe si estremecedor por alto en aquel apacible día, o quizás por las palabras que traía el viento…

    -¡¿Donde están mis huevooossss?!!!!

    El hermano Lorenzus parecía poseído por un repentino mal, que le impelía a moverse frenéticamente por todo el monasterio buscando sus huevos molestando a los demás en sus tareas con improperios varios…

    -¡Gaticus!!! – aulló al verle. Tirando de su hábito lo acercó hasta él y volvió a inquirir. -¡¿Donde están mis huevooossss?!!!! – Con el hermano Gaticus intentando mantener el equilibrio entre sacudida y sacudida respondió lo más raudo que pudo.

    -Ni idea, ¡hermano!

    -¡Mientes!, ¡ladr*n!!!, ¡¡¡devuelveme mis huevos!!! -gruñía.

    -Siento no poder ayudarle en eso hermano Lorenzus…

    -Un graciosillo, ¿eh? …¡donde los has escondido!…¿crees que puedes engañarme, verdad?…¡¡¡pero has robado mis huevos, ladr*n!!! – inundaban estas palabras la cara del hermano Gaticus con una espuma blanca.

    -De veras, no tengo ni idea..¿no cabría la posibilidad de dudar un poquillo a este particular respecto..?

    -Ahora quieres despistarme..¡eso solo significa que estoy en lo cierto!!!, ¡¡¡devuelveme mis huevos o te mato aquí mismo!!! – decía ya en un paroxístico trance.

    -..creo que deberíamos dejar esto en manos del abad…el monta el patíbulo aquí…si no es mucho pedir.

    -¡¡¡Arrrgggg!!! , ¡mis huevos!!!, ¡quiero mis huevooossss!!!

    Ya se habían congregado boquiabiertos entorno a lo que estaba sucediendo una buena parte de los frailes cuando Lorenzus se percató de su presencia…

    -Vosotrosss..vosotrosss sabéis dónde están mis huevos,..siii…, lo noto, os lo veo en los ojos, redondos como mis huevos…ahhhh, ¡quiero mis huevooosss!!! – sonaba a triste lamento ya, desesperación, una profunda e insondable pérdida…un alma vacía lloraba ahora arrodillado en medio de un estufacto y preocupado corro… – mis huevooosss… – no paraba de lamentar con gestos de oración a La Meca y el cuerpo encogido.

    Pronto apareció el abad ante el alboroto…

    -¡Hermano Lorenzus!…¡hermano! – El impelido no daba señales de vida en su trance. – Rápido – pidió auxilio el abad – ayudadme a llevarlo a la enfermería.

    Entre unos cuantos consiguieron dominar a la niña del exorcista clamando por sus huevos, cuando su cuerpo se detuvo repentinamente, casi tieso, al ver al hermano Truculentus pasar con una cesta repleta de huevos.

    -¡Mis huevos!!!, ¡están ahí!, ¡son mis huevos!!!. – Los portadores de la bestia se detuvieron un instante ante el súbito cambio de la situación, y una espasmódica y descomunal fuerza los lanzó contra las paredes del pasillo, quedando inconscientes.

    -Debí imaginarlo…eras tuuu…tuuu deseabas mis huevooos..osaste tocarlos una vez…siii…ahora lo veo claro.. – se encogía la pupila de Lorenzus mientras una siniestra sonrisa se dibujaba en su rostro mientras se acercaba a Truculentus, que no estaba enterado de nada.

    -Perdón..¿pero que debió imaginar?, hermano…¿Lorenzus?…¿se encuentra usted bien? – dijo un tanto ac0j0nado…- ¡Ostras!, ¡hay siete hermanos detrás suya ahí tumbados en el pasillo!

    -Siii…tú serás el octavo…o puede que no…para ti tengo reservado algo especial…

    -…insisto…¿se encuentra usted bien hermano Lorenzus?, ¿le importaría indicarme de que esta hablando? – dijo Truculentus algo ya algo más que ac0j0nado. -¿Desear huevos dice?..si claro, están buenísimos, especialmente en… – antes de terminar la frase Lorenzus se abalanzaba sobre el cesto de huevos, que Truculentus esquivó con la habilidad de un espada ropera.

    -¡Hermano Lorenzus!!!, ¡comportése!, ¡¿no ve que se pueden romper los huevos?! – Estas palabras aunadas al ademán de Truculentus de dejar caer la cesta con cara de póker, detuvieron a Lorenzus. – Vamos a ver hermano – prosiguió Truculentus ya con el control de la situación – ¿qué ocurre exactamente?

    -¡Devuelveme mis huevos!!!

    -¿Estos? – la cara de Lorenzus comenzaba a desencajarse de nuevo tras estas palabras.

    – De-vuel-ve-me mis hue-vos, ¿te lo deletreo?, ¿l-a-d-r-*-n?

    – L-a-d-r-*… – seguía el patrón Truculentus con los dedos… – ¡eh!, ¿a quien estás llamando ladr*n? – dijo al tiempo que su ademán ya casi vertía el contenido.

    -..a nadie, a nadie..perdón – pareció disculparse Lorenzus sin quitar ojo de encima a la cesta.

    -Eso está mejor. Empecemos otra vez: estos huevos, hermano Lorenzus, los tomé del corral de la abadía, donde trabajas, ¿qué ocurre con los huevos?, ¿están en mal estado o algo? – preguntó realmente preocupado.

    – ¡Arrggg!!!, ¡mis huevooosss ladr***n!!! – gritaba la voz del lamento atrapada en un cuerpo aterido por el miedo a la caída de la cesta.

    -¿Suyos?, estos huevos son de la abadía, hermano.

    -¡Son míos y nada más que míos!!!

    -No, son de la abadía.

    -Míos.

    -De la abadía.

    -¡¡¡Míooossss!!!!

    -De la abadía… – la situación parecía iba a permanecer en bucle, hasta que Truculentus cogió uno de los huevos y se puso a hacer malabarismos con él.

    -Eso que está haciendo es muy peligroso e irresponsable hermano Truculentus… – dijo suavemente Lorenzus acercándose muy lentamente, con las manos tendidas como quien calma a un chino al cruzar la frontera en un contenedor cuando se abre la puerta y aparecen las autoridades, y no la mafia(*).

    -¡Que va a ser peligroso hermano!, mire – Truculentus lanzó el huevo casi hasta el techo y comenzó a girar sobre si mismo como patinadora artística, extendiendo y encogiendo los brazos con los huevos agrupados por la fuerza centrífuga generada por su contingente, que seguía el movimiento del brazo que lo portaba, se fue ralentizando el giro con la cesta recogiendo su vuelo, y alzó de nuevo en perpendicular, con una pierna doblada hacia detrás hasta que los dedos del pié dicha pierna asomaron por la espalda de su portador para recoger el huevo lanzado previamente, para volver a depositarlo suavemente en la cesta. – ¿Ve? – dijo satisfecho. El hermano Lorenzus estaba entre la furia y la catatonia, y sin palabras y en pleno jamacuco, Truculentus prosiguió:

    -Además, ¿cómo que irresponsable?, ¿por qué?, los voy a llevar a la despensa, y ya has podido observar que soy sumamente hábil, así que no es necesario que te preocupes por ello…o ellos.

    -¡Claro que es irresponsable! , por muy hábil que sea es mi responsabilidad, no la suya..¿qué sucedería si se rompiesen?, ¿eh?, nos quedaríamos sin huevos fritos…o cocidos, crudos, escalfados, pasados por agua, rayados para salpicón, en lonchas para sandwich, como… – el hermano Lorenzus se extendía demasiado en la muestra de sus conocimientos culinarios al respecto de sus huevos, y Truculentus decidió interrumpir.

    -…¿“nos quedaríamos sin huevos”?, ¿ha dicho?…

    -¡Si!, ¡nos quedaríamos sin huevos!

    -¿Nos?

    -Vos y todo el mundo, ¿o es que creéis que son solo suyos?

    -Disculpe que me haya expresado mal: ¿ “nos quedaríamos”?, ¿ha dicho? -volvió a repetir Truculentus.

    -¡…si!, ¡nós!, vos…todos… – se apagaba la voz de Lorenzus mientras iba repartiendo el botín. Allí meditabundo, Truculentus ya se había marchado cuando despertó del trance, al igual que el resto de sus hermanos comenzaban a desentumecerse de sus contusiones.

    Truculentus en realidad llevaba los huevos a una incubadora, pues eran pedido del abad para aumentar el número de aves, mientras que el abad la aprovecharía para recoger los huevos y llevarlos a la despensa, pasear por el prado y dudar un poco bajo la sombra de un castaño.

    Se dice, parecía, que durante unos días, el hermano Lorenzus tenía dolorosa y constantemente presente dónde estaban sus huevos tras abandonar el encuentro con sus portadores.

    *La historia del hermano Chin Pan, había comenzado en una situación similar cuando el abad lo encontrara de tal guisa en un envío de juguetes para los pobres, dándole confianza y cobijo.

  • Tru dijo:

    -¡Que va a ser peligroso hermano!, mire – Truculentus lanzó el huevo casi hasta el techo y comenzó a girar sobre si mismo como patinadora artística, extendiendo y encogiendo los brazos con los huevos agrupados por la fuerza centrífuga generada por su contingente, que seguía el movimiento del brazo que lo portaba, se fue ralentizando el giro con la cesta recogiendo su vuelo, y alzó de nuevo en perpendicular, con una pierna doblada hacia detrás hasta que los dedos del pié dicha pierna asomaron por la espalda de su portador para recoger el huevo lanzado previamente, para volver a depositarlo suavemente en la cesta. — ¿Ve? — dijo satisfecho.

    Disculpen, pero ahora que lo leo, preferiría algo así:

    -¡Que va a ser peligroso hermano!, mire –Truculentus lanzó el huevo casi hasta el techo y comenzó a girar sobre si mismo cual patinadora artística, extendiendo y encogiendo los brazos con los huevos agrupados por la fuerza centrífuga generada por su contingente, que seguía el movimiento del brazo que lo portaba, fue ralentizando el giro con la cesta recogiendo su vuelo, y al parar puso los brazos en cruz inclinando su cuerpo un poco hacia delante, levantando una pierna hacia detrás hasta que su pié derecho asomó por encima de su cabeza, para recoger el huevo lanzado previamente, y acercando la cesta volver a depositarlo suavemente en la misma, sostenerla por su base, y hacerla girar sobre su dedo índice cual balón de baloncesto, y posteriormente dejar correr el canto de la misma tras el impulso de una mano a otra recorriendo los brazos a través de su pecho, para finalizar con la cesta en la otra mano y hacer la correspondiente reverencia al público.

    :aplauso: :aplauso: :aplauso:

    :saludo:

  • @ Tru:

    De parte de maese Lorenzus. Aplicar en la zona escocida.

  • Un turista japonés que disfrutaba de aquella mañana paseando por la zona escuchó los aullidos de Lorenzus, y consiguió captar una imagen del hermano en dicho episodio.



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