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¿Hay de verdad alguna novedad en el terrorismo islámico?

Pocos días tras los atentados de París queda claro que los terroristas han ganado. Y no porque su objetivo fuera matar a más de cien personas. Eso es sólo un medio para conseguir su objetivo. El objetivo de todo terrorista no es matar, es conseguir que una sociedad cambie a través del miedo. Y tras los atentados, ha faltado tiempo para que hordas de «indignados» europeos clamen por el cierre de fronteras (especialmente tras haberse encontrado un pasaporte sirio, que no se sabe cómo ha llegado allí) y tratar a los refugiados que huyen precisamente de los terroristas como criminales, hasta que se demuestre lo contrario. Algunos incluso claman por medidas más drásticas.
Así que objetivo cumplido. El IS ya no se tiene que preocupar de la imagen de solidaridad que estaba proyectando Europa que contradecía su propaganda de un Occidente opresor con el mundo árabe. Y no tendrán donde ir esos refugiados que huyen traicionando sus proclamas de haber instaurado un Califato ideal donde todos los musulmanes de bien viven felices.
¿Y por qué han triunfado? ¿Será porque usan nuevas tácticas para las que todavía no hemos encontrado cómo contrarrestar? En absoluto. Ya en 2002, poco después de los atentados del 11S, David Rapoport escribió un influyente y muy lúcido ensayo (luego convertido en libro) llamado «Las cuatro oleadas de terror rebelde y el 11S». En dicho ensayo Rapoport describe cómo desde el desarrollo del terrorismo «moderno» a finales del siglo XIX, éste ha sido un fenómeno global en el que se pueden identificar cuatro oleadas que se diferencian en su motivación aparente pero con muchos elementos en común.

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Magufos e idiotas útiles

Navegando por internet he encontrado un pequeño texto llamado «Cómo construir un idiota útil desde el poder» escrito por un tal Hugo Sirio que me ha parecido muy interesante porque, aunque no es la intención inicial del texto, no he podido evitar darme cuenta de que es una descripción casi perfecta del funcionamiento de las pseudociencias y de los magufos. De hecho, sólo mirando en los comentarios de este blog tenemos excelentes ejemplos de cómo este decálogo se aplica a los seguidores de las diversas pseudociencias, supersticiones y conspiranoias varias. Leer Más...

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Los protectores de pantalla para tablets a 19 euros. ¿Realmente sirven para algo?

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Ya se ha publicado en este blog una entrada sobre estos filtros que protegen la retina de la supuesta toxicidad de la luz emitida por los pantallas LED de tablets, smartphones y consolas de videojuegos. En esa entrada, se expresan serias dudas sobre la efectividad real basándose en un patrón ya conocido de venta de productos milagros contra miedos inducidos por el propio fabricante. Todos recordamos las famosas pantallas contra la radiación de los antiguos monitores CRT, las pegatinas antirradiación de los móviles o los mil productos milagro contra las malvadas radiaciones de la telefonía móvil y los wifi. El patrón es más o menos el mismo. Una nueva tecnología se populariza, unos avispados se encargan de atizar el miedo a lo nuevo, al tiempo que te ofrecen el remedio para contrarrestar el nuevo peligro… por un módico precio. ¿Estamos ante una re-edición del mismo sacacuartos?

Diodos LED

Bueno, lo primero que tenemos que preguntarnos es, ¿en qué se diferencia la luz de un LED de la de una bombilla tradicional o de un fluorescente? Pues lo que diferencia unos de otros (y diferentes modelos entre sí) es el espectro de radiación que emiten. Cada dispositivo genera luz mediante un mecanismo físico diferente, y este mecanismo físico provoca que el espectro (el color) de la luz emitida se componga de diferentes combinaciones de colores. Variando ciertos parámetros podemos obtener diferentes tipos de luz. Así, las bombillas convencionales emiten luz al calentar un filamento muy fino hasta que empieza a brillar. Esto no es muy eficiente, porque por este mecanismo, la mayor parte de la energía se emite en forma de radiación infrarroja (calor), que en la mayoría de los casos no nos interesa. Queremos luz visible. La cantidad de luz emitida a cada longitud de onda depende de la temperatura alcanzada por el filamento y nos podemos hacer una idea viendo la siguiente figura: Como podéis ver, la cantidad de luz visible emitida es muy pequeña. Casi todo se emite en radiación invisible. Gastamos un montón de energía para obtener un poquito de luz, más del 90% de la electricidad gastada se pierde en forma de calor. Como consecuencia, se ha investigado (y se sigue investigando) para obtener fuentes más eficientes. Y una de esas fuentes son los diodos LED. Los LEDs emiten luz aprovechando las propiedades de ciertos semiconductores y, entre otras ventajas, se encuentra que son muy eficientes. Un LED que consuma 16 W de electricidad puede llegar a emitir tanta luz como una bombilla que consuma 150 W. Pero no entraremos en detalles de cómo funcionan, sino que nos vamos a centrar en que su espectro es, evidentemente, muy diferente de las bombillas tradicionales. Los más comunes emiten luz en una estrecha banda alrededor de un color (rojo, verde, azul…). Y como en la mayoría de los casos queremos luz blanca, una técnica es usar LEDs de diferentes colores de forma que la combinación sea blanca. También existen LEDs que emiten directamente luz blanca. Como se puede ver en la figura, los LEDs blancos tienen un pico de emisión en el azul, y es este pico el que, según algunos, puede crear problemas de salud.

Evidencia científica

Como soporte de sus afirmaciones, el fabricante de estos filtros esgrime varios trabajos en su página web que supuestamente avalan tanto el peligro de los LEDs como las bondades del filtro. El primero de ellos,

Retinal effects of the violet – light absorbing filter ( CSR ) : Clinical Trial Leer Más...

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La proteína CD47, nuevo tratamiento milagroso contra el cáncer… o no.

Irving Weissman

Hace cosa de un mes que empezó a aparecer publicada en la prensa generalista la noticia del desarrollo de un nuevo medicamento casi milagroso contra el cáncer, la proteína CD47. Bueno, en realidad es el antígeno de la proteína CD47. Dado el nivel que suele tener el tratamiento de la ciencia en la prensa y lo sensacionalista que es la noticia, a uno se le empiezan a saltar las alarmas. Así que mejor indagamos un poco más para saber de qué va realmente la cosa.

¿Qué es la proteína CD47?

La proteína CD47 es una molécula que se expresa en prácticamente todas las células humanas y que está implicada en múltiples procesos, como la apoptósis, proliferación celular, migración o adhesión, entre otros. Precisamente estos procesos son algunos de los que se encuentran alterados en las células tumorales y hace no mucho que se ha descubierto que, en algunos tumores se encuentra sobreexpresada, o sea que se produce en exceso. La CD47 también actúa como una especie de carné de identidad celular que evita que el sistema inmune ataque a las células de nuestro cuerpo. Al producirla en grandes cantidades, las células tumorales evitan que nuestro sistema defensivo reaccione contra ellas, proliferando sin control.

¿Qué han conseguido realmente y qué queda por hacer?

Una de las estrategias que se sigue actualmente en la investigación contra el cáncer es el desarrollo de vacunas contra el cáncer que estimulen al sistema inmune para atacar al tumor. Desafortunadamente, de momento el éxito ha sido limitado. En esta línea de investigación, el equipo liderado por Irving Weissman, de la Universidad de Stanford, inoculó células tumorales humanas en ratones de laboratorio. A continuación, administraron anticuerpos contra la CD47 que bloquean su acción. En los ratones con tumores grandes, el crecimiento se detuvo y se eliminaron las metástasis, mientras que cuando el tumor era pequeño llegó a desaparecer. Los resultados ciertamente son prometedores.   Pero… Como suele pasar, en ciencia, antes de afirmar algo (y mucho más si ese algo es que una sustancia cura una enfermedad grave) hay que probarlo. El estudio de Weissman es un trabajo en ratones. Esta suele ser la segunda fase del desarrollo de un medicamento (primero se prueba in vitro, luego en modelos animales y finalmente se experimenta con humanos). El paso de medicamentos prometedores en modelos animales a eficaces en seres humanos es un salto en la que la mayoría de los tratamientos falla. En este caso concreto quedan muchas incógnitas y problemas por resolver. El primero es que la proteína CD47 no se expresa sólo en tumores, sino en todas las células del cuerpo humano, por lo que la administración de anticuerpos CD47 puede provocar efectos secundarios inaceptables. En el caso de los ratones se produjo una anemia temporal. Puede ser que el sistema inmune ataque a células sanas y enfermas por igual, o puede que las células sanas tengan mecanismos adicionales de identificación. El segundo problema es que la eficacia del tratamiento en ratones fue inversamente proporcional al tamaño del tumor. Cuanto mayor era el tumor, menos efectivo fue el tratamiento, y éste sólo fue curativo en los casos de tumores más pequeños. Así que este tratamiento habría que combinarlo con algún otro, si los resultados en humanos fueran parecidos. En definitiva, un estudio muy interesante y prometedor, pero todavía muy lejos de la «cura para todos los cánceres» que ha aparecido en la mayoría de medios de comunicación. Sugerido por Claudio.

Referencias:

http://www.nypost.com/p/news/national/testing_starts_creates_homegrown_4jSHWpWFBEkczPTFque7VM http://med.stanford.edu/ism/2013/may/cd47.html http://www.pnas.org/content/early/2012/03/20/1121623109.full.pdf Sick E, Jeanne A, Schneider C, Dedieu S, Takeda K, Martiny L (December 2012). «CD47 update: a multifaceted actor in the tumour microenvironment of potential therapeutic interest». Br. J. Pharmacol. =&0=& (7): 1415–30.
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Cómo funciona la radioterapia

Hoy en día, la lucha contra el cáncer ha avanzado de una manera casi inimaginable hace apenas unos años. Todavía queda mucho por hacer, pero un diagnóstico de cáncer ya no es una sentencia de muerte segura. En el arsenal terapéutico existen multitud de opciones que cada año se hacen más eficaces. De todas ellas voy a hablar de una de las tres tradicionales: la radioterapia.

Efectos de la radiación ionizante en tejidos vivos

Empecemos por ver cómo interactúan las radiaciones con la materia y con los seres vivos. En principio podemos clasificar la radiación en dos tipos diferentes: ionizantes y no ionizantes.
Las radiaciones ionizantes son aquellas que, cuando interaccionan con átomos y moléculas, tienen energía suficiente para arrancar electrones de sus orbitales (ionizan el átomo o la molécula). Los átomos y moléculas ionizados son altamente reactivos, ya que buscan recuperar esos electrones perdidos. Ejemplos de radiaciones ionizantes son los rayos X, radiación gamma, rayos catódicos, neutrones…
Las radiaciones no ionizantes son aquellas que no son capaces de arrancar electrones de sus orbitales, y por lo tanto no provocan cambios químicos en la materia. Lo máximo que pueden hacer es elevar su temperatura. Ejemplos de radiaciones no ionizantes son las microondas, ondas de radio o la luz visible. Estas radiaciones no nos interesan en radioterapia, así que nos olvidaremos de ellas.
¿Qué ocurre cuando una célula viva recibe una cierta dosis de radiación ionizante? Pues muchas cosas. Aparte de algunos otros, los dos efectos más importantes son la producción de radicales OH a partir de las moléculas de agua del citoplasma y la ruptura de las cadenas de ADN en el núcleo. Los radicales OH son muy reactivos y tenderán a unirse a otras moléculas, rompiéndolas e interrumpiendo las rutas moleculares de la célula. Eso incluye romper las moléculas de ADN. Sin embargo, dado que hemos evolucionado en un ambiente con una cierta cantidad de radiactividad natural, todas las células de todos los seres vivos poseen mecanismos de reparación, de forma que, si la dosis no sobrepasa ciertos límites, los daños producidos serán, con bastante probabilidad, reparados. Sin embargo, por encima de este límite los daños empiezan a acumularse y pueden provocar que la célula empiece a funcionar de forma defectuosa, pierda su capacidad de reproducirse o muera. Leer Más...

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